Menú alternativo
Toggle preferences menu
Menú alternativo personal
No has accedido
Tu dirección IP será visible si haces alguna edición

Diferencia entre revisiones de «El Tuerto los Calcetines»

De Cordobapedia
m 1 revisión importada: Imported batch #244 from Cordobapedia
Sin resumen de edición
 
Línea 5: Línea 5:
Su zona comercial la establecía entre la [[calle Gondomar]] y la [[plaza de las Tendillas]]. Los clientes era variopintos, en especial transeúntes despistados y  provincianos que se desplazaban a la capital para realizar diferentes gestiones.
Su zona comercial la establecía entre la [[calle Gondomar]] y la [[plaza de las Tendillas]]. Los clientes era variopintos, en especial transeúntes despistados y  provincianos que se desplazaban a la capital para realizar diferentes gestiones.


El reclamo  consistía en  anunciar de una forma  semicantada, con palabras cortas y seguidas el producto:'''''-¡¡Gafas!! ¡¡Pañuelos!! ¡¡Corbatas!!''''', así una y otra vez, hasta que enganchaba a un comprador.
El reclamo  consistía en  anunciar de una forma  semicantada, con palabras cortas y seguidas el producto:<blockquote>'''''-¡¡Gafas!! ¡¡Pañuelos!! ¡¡Corbatas!!''''', ''así una y otra vez, hasta que enganchaba a un comprador.''</blockquote>Se comentaba la siguiente anécdota ocurrida entre el '''“Tuerto los Calcetines”''' y el famoso  matador de toros  [[Rafael Guerra Bejarano "Guerrita"]].<blockquote>[[Archivo:Calle Góngora (1900) con la casa del Guerra.jpg|miniaturadeimagen|400x400px|Casa del torero Guerrita en calle Góngora]]El Guerra tenía la necesidad de enviar un galgo  de renombre como regalo a un amigo de Cabra.  Abrigaba el temor de que al ser un perro con categoría de campeón fuese  mal tratado en el transporte ferroviario  con motivo de los diferentes transbordos.  


Se comentaba la siguiente anécdota ocurrida entre el '''“Tuerto los Calcetines”''' y el famoso  matador de toros [[Rafael Guerra Bejarano "Guerrita"]].
Pensando y pensado, vio pasar por el Club de su nombre al famoso '''“Tuerto los Calcetines”''' y se le ocurrió la idea de que este personaje fuera  el que cumpliera la misión de entregar el perro. Así se realizó la operación del traslado, cumpliendo el encargo con prontitud y esmero el famoso vendedor ambulante.


El Guerra tenía la necesidad de enviar un galgo  de renombre como regalo a un amigo de Cabra.  Abrigaba el temor de que al ser un perro con categoría de campeón fuese  mal tratado en el transporte ferroviario  con motivo de los diferentes trasbordos. Pensando y pensado, vio pasar por el Club de su nombre al famoso '''“Tuerto los Calcetines”'''  y se le ocurrió la idea de que este personaje fuera  el que cumpliera la misión de entregar el perro. Así se  realizó la operación del traslado, cumpliendo el encargo con prontitud y esmero el famoso vendedor ambulante.
A la vuelta,  fue  a casa del torero en la [[calle Góngora]] diciéndole al califa:''''' -Don Rafael ya se ha entregado el perro. El viaje de ida y vuelta  ha costado  ocho pesetas, como me dio dos duros, ahí está el sobrante.'''''
 
A la vuelta,  fue  a casa del torero en la calle Góngora diciéndole al califa:''''' -Don Rafael ya se ha entregado el perro. El viaje de ida y vuelta  ha costado  ocho pesetas, como me dio dos duros, ahí está el sobrante.'''''


El Califa cogió las monedillas y se las  metió en un bolsillo de la chaquetilla corta, y no tuvo más palabras  que estas: '''''– Muy bien, hasta otra'''''. Se dio media vuelta marchándose con  aire garboso a su Club.
El Califa cogió las monedillas y se las  metió en un bolsillo de la chaquetilla corta, y no tuvo más palabras  que estas: '''''– Muy bien, hasta otra'''''. Se dio media vuelta marchándose con  aire garboso a su Club.
Línea 17: Línea 15:
Quedose desconcertado el '''“Tuerto los Calcetines”''', marchándose cabizbajo, pues esperaba que el  maestro le hubiera dado una buena propina. Desde ese día, cada vez que pasaba por  la acera del Club, ubicado en la calle Gondomar,  vociferaba con más fuerza de lo habitual la cantinela:
Quedose desconcertado el '''“Tuerto los Calcetines”''', marchándose cabizbajo, pues esperaba que el  maestro le hubiera dado una buena propina. Desde ese día, cada vez que pasaba por  la acera del Club, ubicado en la calle Gondomar,  vociferaba con más fuerza de lo habitual la cantinela:


-'''''¡¡Calcetines!!, ¡¡Pañuelos!! …. ¡¡Y no se hacen más portes de galgos a Cabra!!'''''
-'''''¡¡Calcetines!!, ¡¡Pañuelos!! …. ¡¡Y no se hacen más portes de galgos a Cabra!!'''''</blockquote>





Revisión actual - 08:22 17 jun 2025

El Tuerto los Calcetines

Entre los vendedores populares de los años treinta existía uno que ofrecía su mercancía en una caja portada al cuello mediante una correa. Su mercancía consistía en gafas, corbatas, baratijas y calcetines, producto que le dio el nombre más el añadido de tuerto por carecer de un ojo.

Su zona comercial la establecía entre la calle Gondomar y la plaza de las Tendillas. Los clientes era variopintos, en especial transeúntes despistados y provincianos que se desplazaban a la capital para realizar diferentes gestiones.

El reclamo consistía en anunciar de una forma semicantada, con palabras cortas y seguidas el producto:

-¡¡Gafas!! ¡¡Pañuelos!! ¡¡Corbatas!!, así una y otra vez, hasta que enganchaba a un comprador.

Se comentaba la siguiente anécdota ocurrida entre el “Tuerto los Calcetines” y el famoso matador de toros Rafael Guerra Bejarano "Guerrita".

Casa del torero Guerrita en calle Góngora

El Guerra tenía la necesidad de enviar un galgo de renombre como regalo a un amigo de Cabra. Abrigaba el temor de que al ser un perro con categoría de campeón fuese mal tratado en el transporte ferroviario con motivo de los diferentes transbordos.

Pensando y pensado, vio pasar por el Club de su nombre al famoso “Tuerto los Calcetines” y se le ocurrió la idea de que este personaje fuera el que cumpliera la misión de entregar el perro. Así se realizó la operación del traslado, cumpliendo el encargo con prontitud y esmero el famoso vendedor ambulante.

A la vuelta, fue a casa del torero en la calle Góngora diciéndole al califa: -Don Rafael ya se ha entregado el perro. El viaje de ida y vuelta ha costado ocho pesetas, como me dio dos duros, ahí está el sobrante.

El Califa cogió las monedillas y se las metió en un bolsillo de la chaquetilla corta, y no tuvo más palabras que estas: – Muy bien, hasta otra. Se dio media vuelta marchándose con aire garboso a su Club.

Quedose desconcertado el “Tuerto los Calcetines”, marchándose cabizbajo, pues esperaba que el maestro le hubiera dado una buena propina. Desde ese día, cada vez que pasaba por la acera del Club, ubicado en la calle Gondomar, vociferaba con más fuerza de lo habitual la cantinela:

-¡¡Calcetines!!, ¡¡Pañuelos!! …. ¡¡Y no se hacen más portes de galgos a Cabra!!


No hay constancia si con la continua matraca dada por el “Tuerto los Calcetines” persuadió el torero en saldar la propina.