Epidemia que afectó a la capital. Sobre ella escribió [[Teodomiro Ramírez de Arellano]] en sus [[Paseos por Córdoba]] refiriéndose al [[Barrio de Santa Marina]]:<blockquote>[[Image:Santa_marina.jpg|thumb|right|342x342px]]''En [[1785]] fue preciso cerrar esta [[Iglesia de Santa Marina (Córdoba)|iglesia]] al culto porque sufriéndose en aquel barrio más que en otros una grande epidemia de intermitentes, fueron tantos los cadáveres en ella sepultados que empezaron a exhalar tantos miasmas que se creyó perjudicial para la salud pública. Esta epidemia se juzgó aumentada en aquellos barrios por el [[Arroyo de San Lorenzo|arroyo de Santa Marina y San Lorenzo]], que pasaba por ellos hasta la rejuela del segundo, y por el que no sólo corrían todas las inmundicias que arrojaban los vecinos, sino las del [[Barrio del Matadero Viejo|Matadero]], que penetraban en la ciudad por un arquillo inmediato a la [[Torre de la Malmuerta]], a la [[Plaza de la Lagunilla|Lagunilla]], calle [[Calle Mayor de Santa Marina|Mayor]], [[Calle Santa Isabel|Santa Isabel]], [[Calle Álamos|Álamos]] y demás que hoy tiene la corriente, siendo tan profundo en algunos puntos que ya cerca del [[Calle Buen Suceso|Buen Suceso]] había un sitio llamado el Despeñadero, teniendo puentecillos en todas las avenidas.''
Epidemia que afectó a la capital. Sobre ella escribió [[Teodomiro Ramírez de Arellano]] en sus [[Paseos por Córdoba]] refiriéndose al [[Barrio de Santa Marina]]:<blockquote>[[Image:Santa_marina.jpg|thumb|right|342x342px]]''En [[1785]] fue preciso cerrar esta [[Iglesia de Santa Marina (Córdoba)|iglesia]] al culto porque sufriéndose en aquel barrio más que en otros una grande epidemia de intermitentes, fueron tantos los cadáveres en ella sepultados que empezaron a exhalar tantos miasmas que se creyó perjudicial para la salud pública.''
''Esta epidemia se juzgó aumentada en aquellos barrios por el [[Arroyo de San Lorenzo|arroyo de Santa Marina y San Lorenzo]], que pasaba por ellos hasta la rejuela del segundo, y por el que no sólo corrían todas las inmundicias que arrojaban los vecinos, sino las del [[Barrio del Matadero Viejo|Matadero]], que penetraban en la ciudad por un arquillo inmediato a la [[Torre de la Malmuerta]], a la [[Plaza de la Lagunilla|Lagunilla]], calle [[Calle Mayor de Santa Marina|Mayor]], [[Calle Santa Isabel|Santa Isabel]], [[Calle Álamos|Álamos]] y demás que hoy tiene la corriente, siendo tan profundo en algunos puntos que ya cerca del [[Calle Buen Suceso|Buen Suceso]] había un sitio llamado el Despeñadero, teniendo puentecillos en todas las avenidas.''
''La epidemia que hemos indicado , y es de las que nada se ha escrito, se reprodujo en [[1786]], tanto que desde primero de mayo hasta fin de noviembre causó 1.214 víctimas, haciendo subir el número de enfermos a 11.657, de los que 6.643 fueron socorridos en los hospitales y otros en sus casas con las limosnas que dieron el Ayuntamiento, el obispo, el caudal de expolios y muchos particulares, además de la quina que de real orden trajeron y que se repartía entre muchos lugares de la Península que sufrían igual epidemia.''</blockquote>
''La epidemia que hemos indicado , y es de las que nada se ha escrito, se reprodujo en [[1786]], tanto que desde primero de mayo hasta fin de noviembre causó 1.214 víctimas, haciendo subir el número de enfermos a 11.657, de los que 6.643 fueron socorridos en los hospitales y otros en sus casas con las limosnas que dieron el Ayuntamiento, el obispo, el caudal de expolios y muchos particulares, además de la quina que de real orden trajeron y que se repartía entre muchos lugares de la Península que sufrían igual epidemia.''</blockquote>
Revisión actual - 17:56 16 nov 2025
La epidemia de tercianas de 1785 fue un evento significativo en la historia de la salud en España. Durante la década de los ochenta del siglo XVIII, una epidemia inusitada de tercianas o paludismo afectó a gran parte de la península ibérica. Esta enfermedad, transmitida por mosquitos, se propagó desde las tradicionales áreas afectadas, como las húmedas tierras de la albufera valenciana y el delta del Ebro, hacia el interior.
El Corregimiento de Barbastro fue uno de los más afectados. La epidemia se caracterizó por fiebres malignas y tercianas, y se cree que estuvo relacionada con factores climáticos y la infección de insectos debido a la niebla. En Barbastro, de las 168 defunciones registradas entre julio y diciembre de 1785, 139 fueron atribuidas a esta enfermedad. La situación fue difícil debido a la crisis económica y las condiciones climáticas adversas, como sequías e inundaciones, que afectaron a la agricultura.
En 1785 fue preciso cerrar esta iglesia al culto porque sufriéndose en aquel barrio más que en otros una grande epidemia de intermitentes, fueron tantos los cadáveres en ella sepultados que empezaron a exhalar tantos miasmas que se creyó perjudicial para la salud pública.
Esta epidemia se juzgó aumentada en aquellos barrios por el arroyo de Santa Marina y San Lorenzo, que pasaba por ellos hasta la rejuela del segundo, y por el que no sólo corrían todas las inmundicias que arrojaban los vecinos, sino las del Matadero, que penetraban en la ciudad por un arquillo inmediato a la Torre de la Malmuerta, a la Lagunilla, calle Mayor, Santa Isabel, Álamos y demás que hoy tiene la corriente, siendo tan profundo en algunos puntos que ya cerca del Buen Suceso había un sitio llamado el Despeñadero, teniendo puentecillos en todas las avenidas.
La epidemia que hemos indicado , y es de las que nada se ha escrito, se reprodujo en 1786, tanto que desde primero de mayo hasta fin de noviembre causó 1.214 víctimas, haciendo subir el número de enfermos a 11.657, de los que 6.643 fueron socorridos en los hospitales y otros en sus casas con las limosnas que dieron el Ayuntamiento, el obispo, el caudal de expolios y muchos particulares, además de la quina que de real orden trajeron y que se repartía entre muchos lugares de la Península que sufrían igual epidemia.
Más adelante, después de detallar en número de víctimas por barrio continua:
Las dos últimas cifras las motivaron en su mayor parte los barrios de Santa Marina y San Lorenzo, convenciendo a todos de la imperiosa necesidad de rellenar el arroyo a que antes hicimos mención, pues unido aquel foco al formado al enterrar en las iglesias todos los cadáveres, a excepción de los hospitales, que lo fueron en sus cementerios, también en poblado, se temía que el siguiente año fuera mayor el número de víctimas, lo que afortunadamente no sucedió, a pesar de que aquel proyecto sufrió algunos entorpecimientos"