La pizarra de la memoria

Autora: Isabel Jiménez Romero

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Se quedó tu voz componiendo versos; recitando lecciones, dando consejos; la huella de tus letras impresas en las páginas de la vida. Se quedó tu esfuerzo prendido en la memoria de las muchachas que aprendíamos a vivir con tus sabias enseñanzas. Doña Manuela.

Abril llovía sobre los campos, y la mies ya rebosada adelgazaba los tallos. Se extendían los días en primavera y retrasaban la aparición de la luna derramando centelleos de plata. Abril se iluminaba y repartía haces de vida sobre las calles y la plaza, mientras los tejados mojados por el último chaparrón secaban al sol su barro de tejas. Viejo abril tantas veces repetido de aquel año mil novecientos setenta; luego agonizó hastiado de miles lluvias para dejar paso a mayo todo en flor. A primeros, las cruces, engalanadas de claveles y lienzos blancos rematados a ganchillo, cubriendo cajas y celemines, convertían en altares las casas.