
Descripción del yermo de anacoretas de Córdoba en el bosque de Nuestra Señora de Belén, y del estado actual de esta congregacion en este año de 1784 : siendo hermano mayor el hermano Juan de Santa Cruz.-- [Córdoba?] : [s.n.], [1794]
El documento titulado Descripción del Yermo de Anacoretas de Córdoba en el Bosque de Nuestra Señora de Belén, y del estado actual de esta Congregación en este año de 1794 ofrece una visión detallada de la vida eremítica en las Ermitas de Córdoba a finales del siglo XVIII.[1] Fue redactado en 1794, cuando el Hermano Hermano Juan de la Santa Cruz, natural de San Salvador de Padrones (Obispado de Tuy, Galicia), ostentaba el cargo de Hermano Mayor de la congregación.
Ubicación y descripción del lugar
El texto sitúa el "Yermo de Anacoretas" a una legua de Córdoba, hacia el poniente, en la Sierra de Córdoba. Allí se encontraba un "asperísimo Cerro casi de piedra", conocido como Cerro de la Cárcel. En este lugar existía un cercado alto de mampostería, con una circunferencia de media legua. En el centro del cercado se alzaba una Iglesia Oratorio con Depósito del SANTÍSIMO SACRAMENTO, dedicada a MARÍA Santísima bajo la advocación de NUESTRA SEÑORA DE BELÉN, patrona de la congregación. Anexos a la iglesia había aposentos para el capellán encargado de administrar los sacramentos.
Diseminadas por la pendiente del cerro, dentro del cercado, se encontraban doce ermitas. Estas estaban separadas entre sí por una distancia aproximada de "un tiro de fusil". Cada ermita se ubicaba en medio de un pequeño cercado individual de piedra suelta, de unas veinte varas de travesía, y disponía de un torno para recibir la comida sin contacto visual ni comunicación con quien la entregaba.
Vida de los Anacoretas
Las Ermitas Individuales

Las ermitas eran austeras, divididas en dos espacios de unas dos varas en cuadro cada uno: el primero destinado al trabajo manual y el segundo para dormir y orar. La cama consistía en tres tablas para evitar la humedad, una zalea o pellejo de carnero, una manta y una almohada de paja.
Mobiliario y Vestimenta
El mobiliario era mínimo: libros devotos, instrumentos de penitencia, algunas estampas, un candil, un cántaro y un plato barreño o un dornillo de madera para comer. Muchos comían directamente del puchero y bebían del cántaro.
Su vestimenta consistía en un saco o hábito y un manto de paño pardo basto. La camisa y los calzones eran de la estameña más basta, sin chupa ni lino. Se ceñían con una correa, llevaban las piernas desnudas y calzaban alpargatas de esparto. Lucían barba larga y la cabeza pelada.
Alimentación
La comida principal era un potaje. Los domingos, martes y jueves comían garbanzos; lunes y viernes, habas; y miércoles y sábado, lentejas. En algunos días clásicos se añadía bacalao. La comida se les entregaba a las once y media del día a través de los tornillos.
Observaban los días de ayuno de la Iglesia y los establecidos por regla, como el Adviento (que comenzaba el día de Todos los Santos) y todos los miércoles, viernes y sábados del año. Tenían prohibido comer carne, manteca, huevos, beber vino o tomar tabaco. El pan era basto, y los domingos recibían la provisión para toda la semana.
Rutina Diaria y Ejercicios Espirituales
La jornada de los anacoretas comenzaba a las dos de la mañana con el tañido de la campana de la iglesia, al que cada ermitaño respondía con el de su propia ermita. Sus ejercicios espirituales incluían:
- Rezo de Maitines y Laudes del Oficio Parvo de Nuestra Señora.
- Una hora de Oración Mental, precedida por la lectura de un punto de la Pasión de Cristo.
- Rezo de una parte del Rosario hasta las cuatro de la mañana.
- Recogimiento hasta las cinco y media, cuando se tañía a la Salutación Angélica.
- Rezo de Prima y Feria.
- A las seis, se tañía a Misa, y todos se juntaban en la iglesia para oírla y realizar otros ejercicios. Esta era la única ocasión en que se veían, pero no hablaban. Llevaban su puchero, cántaro y alcuza si necesitaban agua o aceite.
- Tras la Misa, regresaban a sus ermitas y dedicaban media hora a la Lección Espiritual.
- Posteriormente, se ocupaban en trabajos manuales ordenados por el Superior, como hacer cruces, cilicios, disciplinas, alpargates o engarzar rosarios.
- A las diez y media, dejaban el trabajo, rezaban otra parte del Rosario, Sexta y Nona, y realizaban un examen de conciencia hasta las once y media, momento en que el Hermano repartidor distribuía el potaje.
- Después de comer y dar gracias, se recogían hasta las dos.
- Al oír la campana de la iglesia, rezaban Vísperas y Completas.
- Seguidamente, se dedicaban a la Lección Espiritual hasta las tres.
- Trabajo de manos hasta las cinco menos cuarto.
- Preparación para la Oración Mental y otros ejercicios espirituales.
- A las cinco, rezo de otra parte del Rosario y lectura de un punto de los Novísimos, seguido de Oración Mental hasta las seis y media.
- Disciplina los lunes, miércoles y viernes de todo el año, y todos los días de Cuaresma y Adviento.
- El tiempo restante hasta las nueve de la noche se dedicaba a devociones particulares o a lo ordenado por su Padre Espiritual. Cada anacoreta tenía un director, que debía ser virtuoso y experimentado en la dirección de almas, lo cual debía constar al Hermano Mayor.
- A las nueve, tras un examen de conciencia, se recogían al toque de las Ánimas, en correspondencia con el tañido de la iglesia.
Normas de la Congregación
Estaba prohibido que los anacoretas entraran en las ermitas de otros. Las mujeres no podían entrar en el cercado bajo pena de excomunión mayor.
Los aspirantes a vivir en la congregación debían permanecer tres meses como pretendientes. Una vez recibido el hábito, pasaban seis meses como novicios bajo la disciplina del hermano asignado para su instrucción. Ninguno podía escribir ni recibir cartas, papel o billetes sin licencia expresa. Quien obtenía permiso para escribir debía mostrar la carta abierta, y las cartas recibidas debían ser abiertas y registradas primero por el Hermano Mayor. Todos los pretendientes debían saber leer bien para poder rezar el Oficio de la Santísima Virgen.
Procedimientos en Caso de Fallecimiento
Si un anacoreta fallecía, su entierro estaba pagado con una Misa de cuerpo presente. Además, la congregación ofrecía por su alma más de veinticinco misas, un mes de los ejercicios de la comunidad y tres días durante los cuales se hacía la Vía Sacra y nueve responsos.
Conclusión del Documento Original
El texto concluye señalando que este es un "breve Diseño de la Austeridad que aqui se practica, segun Constituciones, conformes al Espiritu de los antiguos Padres Anacoretas", y finaliza con una bendición a su patrona: "Bendita sea por siempre nuestra amabilisima Patrona, y Madre MARÍA Santísima de NUESTRA SEÑORA DE BELÉN. Amen."
Véase también
- ↑ Anónimo, DESCRIPCION DEL TERMO DE ANACORETAS DE CORDOBA EN EL BOSQUE DE NUESTRA SEÑORA DE BELÉN, Y DEL ESTADO ACTUAL DE ESTA CONGREGACION EN ESTE AÑO DE 1794, Texto impreso, 1794. Consultado el 24 de mayo de 2024.