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La casa de los Ríos (Notas cordobesas)

De Cordobapedia

La casa de los Ríos

El forastero que visita nuestra población, al recorrer uno de sus barrios más típicos, el de barrio deSantiago, detiénese ante un edificio de la Calle de Agustín Moreno que le llama la atención, que tiene a la vez aspecto de casa solariega y de refugio de personas retiradas del mundo para dedicarse al rezo y a la meditación.

Sin embargo, no es ni lo uno ni lo otro; antiguamente fué un hospital y hace bastante tiempo, se convirtió en albergue de personas necesitadas oriundas de la familia del fundador de dicho establecimiento benéfico, o más bien en casa de vecinos.

Trátase de una de las instituciones de caridad que cuentan más años en Córdoba; creóse en el 1441 en virtud de disposición testamentaria del Muy Reverendo señor don Lope Gutiérrez de los Ríos, maestre de escuela y canónigo de la iglesia Catedral de Santa María, de esta ciudad.

Dicho venerable sacerdote dispuso que en las casas mayores que poseía en la Collación de San Pedro c”con todas las tiendas que se tienen con ellas e con las casas que tiene Albar Hernández Texedor e las otras casas donde moraba Ruy López Tintoreso e las que tiene Juan Ruiz Cañete todo esto sea hecho un Hospital advocación de Santa María de los Huérfanos para que sean recividos en dicho Hospital Homes y Mugeres pobres” según se consigna textualmente en el escrito de fundación.

Don Lope Gutiérrez de los Ríos para atender al sostenimiento de esta casa-benéfica, legó importantes bienes, entre ellos tres cortijos denominados de la Peraleda, los Carrascales y de Justa Martínez, todos del término de esta ciudad.

El citado hospital constaba de dos amplios departamentos, uno para hombres y otro para mujeres, completamente separados y con una puerta de comunicación que debía "estar siempre cerrada con dos cerraduras porque no puedan pasar los Homes a las Mugeres ni las Mugeres a los Homes.”

Dispuso el fundador que en su hospital se admitiese a todos los pobres que fuera posible acoger, facilitando a los impedidos alimentos, ropas y cuanto necesitaran y a los que pudieran salir a la calle para pedir limosna, solamente cama y fuego, debiendo ampararse, con preferencia, a los parientes pobres de los padres del señor Gutiérrez de los Ríos.

Este también dotó su establecimiento de dos capellanías e instituyó un patronato formado por descendientes de su familia para que lo administrase.

En el transcurso del tiempo degeneró, como degenera todo, la obra admirable de aquel ilustre y preclaro sacerdote que ostentaba también el título de Bachiller en Derecho y fue Obispo electo de Avila; disminuyeron considerablemente sus rentas; en 1835 el Patronato modificó por completo los estatutos y el Hospital de Santa María de los Huérfanos quedó convertido en una casa de vecinos para las personas que acreditaban, no siempre de un modo claro y evidente, su descendencia de la ilustre familia de los Gutiérrez de los Ríos.

Hubo quien alegó el parentesco basándose en que su apellido era López y don Lope se llamaba el fundador.

Entonces la casa de los Ríos, como la denomina la mayoría de las gentes, el Hospitalico, según la llamaban los antiguos, llegó a ser digna de figurar en la Corte de los Milagros; se transformó en algo así como el albergue de Monipodio y sus camaradas.

Don Ricardo Martel, Conde de Torres Cabrera, último patrono de la fundación, hoy a cargo de la Junta provincial de Beneficencia, en una carta que dirigió al Gobernador civil en el ano 1906 tratando de la transformación lamentable de aquella casa expresábase en los términos siguientes: "reyertas escandalosas, luchas sangrientas, escalos para robar casas contiguas, amancebamientos y rebeldías, nada ha faltado en el Hospital y en ello intervinieron autoridades y tribunales”.

Efectivamente, si en la casa de los Rios siempre se albergaron personas que honraban la descendencia de aquella ilustre familia, buenos obreros que acabaron por vestir el tosco hábito de ermitaño, como el tipógrafo Rafael López, no faltaron gentes soeces y viciosas, valientes y matones que se dedicaban a cobrar el barato entre los demás vecinos, ni una anciana casi paralítica que, valiéndose de parientes o conocidos suyos intentó realizar un escalo para penetrar en el establecimiento de bebidas contiguo, con el propósito de robarlo.

Los dueños de este advirtieron la operación y al ser registrada la alcoba de la vieja, hallóse el boquete, que ella tapaba con un cuadro de lienzo y debajo de la cama los escombros producidos por la operación.

Hoy el Hospital de Santa María de los Huérfanos, como antes hemos dicho, sólo es una casa de vecindad, donde habitan gratuitamente varias honradas familias pobres y reciben modestas pensiones merced a los nobilísimos sentimientos del canónigo de la Catedral de Córdoba don Lope Gutiérrez de los Ríos.

Como recuerdo del antiguo hospital sólo queda el lienzo repintado que hay en uno de los muros del portal, frente a la puerta de entrada al patio, en el que ya apenas se distingue la imagen de la Virgen bajo cuya égida fué puesto el benéfico establecimiento y orando ante ella, de rodillas, el piadoso fundador.

Este lienzo, iluminado durante la noche por la débil y vacilante luz de un viejo farolillo, la artística portada y los recios muros, que tienen, a la vez, el sello del monasterio y la casa solariega; el portalón empedrado con gruesas guijas, semejantes al de los históricos mesones, todo esto forma un conjunto original, típico, que obliga a detenerse al forastero, aguijoneado por la curiosidad, e imprime a la casa de los Ríos un carácter especial, distinto del que se observa en casi todos los edificios, ya escasos por desgracia, de la Córdoba de otros días.

Y no falta persona de rancias costumbres que se santigüe al pasar ante el ennegrecido lienzo con la imagen de la Virgen ni anciana que se detenga para elevar una plegaria a Santa Maria de los Huérfanos.

Junio, 1919.

Referencias

[1]

  1. Notas cordobesas. Recuerdos del pasado. Vol 4. 1923.