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En los campos de Sierra Morena, donde la naturaleza susurra entre encinas y jaras, se cuenta una historia de amor imposible entre la noble Doña Blanca y un joven moro convertido al cristianismo, Ben-Alhamar.

Era el año 1243, siete años después de la conquista de Córdoba por Fernando III. Doña Blanca, hija del gobernador Alfonso Téllez de Meneses, residía en la hacienda familiar de "Los Llanos". Allí, lejos de la ciudad, mantenía encuentros secretos con Alhamar, un noble musulmán que, enamorado de ella, había decidido abrazar la fe cristiana. Esperaban el momento propicio para su boda, cuando el rey concediese las mercedes acordes a su linaje.

Pero el destino los traicionó. Durante una cacería organizada por el gobernador, su escudero Beltrán llevó a Don Alfonso al lugar donde encontró a su hija abrazada al joven moro bajo una encina. Ciego de ira, ordenó la muerte de Ben-Alhamar. Al día siguiente, el cadáver apareció junto a la Puerta de Colodro, atravesado por un venablo. Al conocer la noticia, Doña Blanca cayó desmayada y perdió la razón.

Desde entonces, cada tarde acudía al mismo árbol donde se encontraba con su amado, convencida de que volvería. Su salud se deterioró rápidamente y una noche no regresó. Fue hallada muerta bajo la encina. Su cuerpo fue llevado a Córdoba para ser sepultado con gran solemnidad.

La gente comenzó a murmurar sobre el romance prohibido. Algunos aseguraban haber visto su espíritu al atardecer, vagando por el claro del monte. Aunque los siglos han pasado y ya no queda rastro de la encina ni del paisaje original, la historia sobrevive en la memoria de los pocos que recuerdan el nombre actual de la finca: "Los Llanos del Conde".