La siguiente es una versión adaptada de la leyenda El Salto del Fraile, incluida por Fernando de Montis en su obra Leyendas Cordobesas (1898).[1]
Versión adaptada
Hace muchos años, cuando aún me acompañaban la juventud y el ánimo de aventura, caminaba una tarde con mi criado por la ribera izquierda del río Guadiato, a unos siete u ocho kilómetros de Almodóvar del Río. Íbamos a cazar perdices con reclamo macho, siguiendo una vereda áspera que recorría el borde del río.
Llegamos a un punto especialmente pintoresco: las aguas fluían entre dos cortaduras elevadas, y una gran roca, partida en su centro, parecía unir ambas orillas. Aquel lugar me impresionó, y al ver mi asombro, el criado comentó: “Este sitio lo llaman el Salto del Fraile”. No supo explicar por qué. Pasaron los años hasta que, en Almodóvar del Río, conocí la historia que da nombre al lugar.
Una noche de verano, bajo la luz de media luna, dos hombres —tío Pedro y su sobrino Juanillo— conversaban frente a un cortijo. Hablaban sobre un rumor que afectaba a Rosalía, hija del primero y prima del segundo. Al parecer, el fraile Andrés mantenía una relación secreta con la joven. Ambos, indignados, decidieron darle un escarmiento.
Esa noche, el fraile, cubierto con su sayal, se dirigía al encuentro. Era un hombre apasionado, inteligente, atrapado entre la vocación y el deseo. Había ingresado en los Jerónimos por necesidad, pero su talento como predicador le granjeó fama, sobre todo entre las mujeres. En una fiesta de la Virgen del Rosario, conoció a Rosalía. La joven quedó cautivada por su oratoria, y así comenzó un romance secreto que duró un año.
Cuando Andrés se aproximaba al cortijo, fue interceptado por los dos hombres. Logró zafarse y huyó por el monte. Cansado, perseguido por los perros León y Loba, llegó a una roca que sobresalía sobre el río. Era su única vía de escape. Los perros lo alcanzaron, desgarrando su hábito, pero el fraile los apartó con el cinturón y dio un salto prodigioso al otro lado del río Guadiato, desapareciendo entre las malezas.
Desde entonces, nadie volvió a verlo. Y desde aquel día, el lugar es conocido como el Salto del Fraile.
Referencias
- ↑ De Montis, Fernando, Leyendas Cordobesas, Imprenta y Librería del DIARIO, 1898, archive.org. Consultado el 1 de agosto de 2024.