Enrique de Villena

Enrique de Villena
Noble, erudito, escritor
Profesion:	Noble, erudito
Actividad:	Estudios de alquimia, experimentación, escritura
Destacado:	Experimento de lluvia artificial en Córdoba (1410)

Enrique de Villena fue un noble y erudito castellano, conocido entre otros aspectos por haber realizado en Córdoba, en el primer cuarto del siglo XV, un destacado experimento para provocar artificialmente la lluvia.

Biografía

Enrique de Villena, cuyo nombre completo era Enrique de Aragón y Castilla, fue hijo de Pedro de Aragón, condestable de Castilla y II marqués de Villena, y de Juana de Castilla, hija ilegítima de Enrique II de Castilla. A lo largo del tiempo, fue considerado un mago y maestro de las artes ocultas, lo que llevó a que muchas de sus obras fueran quemadas tras su muerte. Aunque no se le considera un investigador profundo, se le describe como un "hombre de inquietud espiritual, atento observador y divulgador de cuanto se hacía en el mundo", accediendo a ello a través de libros raros en diversos idiomas.

Estancia en Córdoba

Corría el siglo XV; reinaba en Castilla Enrique III de Castilla, y en Andalucía pervivían los últimos reductos musulmanes. En 1410, Enrique de Villena marchó a Andalucía acompañando al infante Fernando, su esposa la infanta Leonor, y la nobleza castellana en la campaña militar contra los musulmanes que culminaría con la conquista de Antequera.

Fue en este contexto, entre febrero y septiembre de 1410, cuando, en uno de sus viajes de "curiosidad científica", Villena recaló en Córdoba. La ciudad, aunque ya no era el "emporio intelectual del mundo", conservaba un notable "afán y el fervor por las cosas del espíritu", habiendo sido cuna de matemáticos, físicos, poetas y filósofos. Villena, deseoso de departir sobre geografía y alquimia, temas poco tratados en Castilla (donde podía hablar de arte y literatura con Mena y Santillana, pero no de ciencia sin riesgo de ser considerado extravagante o "endiablado"), vio en Córdoba el lugar idóneo para su experimento.

Se reunió con una veintena de "obrantes... del mercurio vulgar" o "sabios" cordobeses y se dispuso a realizar algo "sensacional": crear una nube y provocar un aguacero.

Detalles del experimento y legado

Los estudios, notas y datos preliminares que Enrique de Villena empleó en la preparación del experimento desaparecieron junto con gran parte de su "biblioteca incomparable". Lo que ha pervivido es el testimonio de una carta de elogio, cuya autenticidad ha sido debatida por la "fantasía desbordada" que revela, escrita por sus colaboradores, a la que Villena respondió con otra misiva aún más enfática.

Según una versión de esta carta, recogida por Emilio Cotarelo y Mori en su obra "Don Enrique de Villena. Su vida y obras", los colaboradores recordaban cómo Villena:

Recordándonos bien quando ante nosotros fecistes descender las palomas que pasaban por el aire volando, é las tomábamos á nuestro placer las que queríamos, dexando las otras por virtud de palabras, é fecistes embermejecer el sol, ansí como si fuese eclipsado, con la piedra heliotropia, é nos contastes cosas por venir, que después avernos visto, con la piedra chelonites, é vos escondistes de nuestra vista, con la hierba andronemo, é congelastes é fijastes el mercurio con la salsedumbre de las aguas agudas que habiades separado, é fecistes tronar é llover dentro en la cámara con el baxillo de arambre en forma de calentador, é: condensastes é congelastes el aire en forma de esphera lucía con el zumo de la hierba y el opio esparcido (i).

La "piedra heliotropia" (del griego "helios", sol, y "tropo", mudar o alejar) no nombraría una especie química, sino la acción de alterar la apariencia del sol, y el "baxillo de arambre e forma de calentador" se referiría al aparato usado para "sublimar o fundir no se sabe qué".

El olvido cayó sobre este suceso, rodeando del "más injusto desdén a la figura y a la obra de Villena". Sin embargo, el investigador J. Gil Montero concluye que "hoy ya no cabe negar seriamente un fondo de verdad al interesantísimo experimento del maltratado e incomprendido Enrique de Villena, con la piedra heliotropia y el baxillo de arambre, ante los veinte sabios cordobeses".