Religioso, requeté | |
| Fallecimiento: | 14 de agosto de 1938 Frente de guerra (Provincia de Córdoba) |
|---|---|
| Profesion: | Religioso carmelita |
| Actividad: | Combatiente voluntario, asistencia espiritual |
| Reconocimientos: | Conocido como "El Padre" en su unidad |
| Destacado: | Religioso de la Orden de los Carmelitas Calzados de Córdoba que se alistó como voluntario en el Tercio de San Rafael al inicio de la Guerra Civil. |

Juan Crisóstomo Domínguez Rubio, conocido como Fray Juan Crisóstomo, fue un religioso perteneciente a la Orden de los Carmelitas Calzados de la Residencia de Córdoba y combatiente voluntario del Requeté durante los inicios de la Guerra Civil Española.
Al producirse el levantamiento militar de julio de 1936, solicitó permiso a su Superior para ingresar en las filas del Requeté. Tras un periodo de reflexión de tres días impuesto por la obediencia religiosa, ratificó su decisión argumentando que el conflicto no era una guerra por pasiones políticas, sino una "Cruzada en la Historia de la Hispanidad Católica"[1].
Se incorporó como voluntario al Tercio de San Rafael de Córdoba. Durante su participación en los frentes, resultó herido en dos ocasiones, solicitando el alta hospitalaria con rapidez para regresar al combate. A pesar de su desempeño, rechazó las distinciones militares y el galón de cabo que se le ofreció, declarando:

«Yo no me incorporé al Requeté para llevar galones, sino para servir a mi Dios y a mi Patria»[2].
En el frente, compatibilizó su labor de soldado con la vida religiosa, siendo conocido cariñosamente entre sus compañeros como "El Padre". Todas las noches reunía a los requetés para rezar el rosario y ofrecer asistencia espiritual[3].
Falleció el 14 de agosto de 1938, víspera de la festividad de la Asunción, al recibir un disparo en el corazón en el frente de batalla. Según las crónicas de la orden, sus últimas palabras fueron "¡Viva Cristo Rey!". Su necrológica fue recogida posteriormente en el Diario de Córdoba el 26 de agosto de 1938[4][5][6]
Necrológica[7]
Soldado y Religioso
El H. Juan Crisóstomo Mártir
El día 14 del corriente mes, víspera de la Asunción gloriosa de la Virgen en cuerpo y alma a los Cielos, cayó para siempre en uno de los frentes de combate el virtuoso Hermano de Obediencia Fray Juan Crisóstomo Domínguez, religioso profeso de la provincia Carmelitana de Andalucía, y requeté del T. de S. Rafael de Córdoba.
Era nuestro mártir alma de gran oración y recogimiento. Los superiores no han tenido la menor duda en afirmar que fray Juan Crisóstomo era un acabado modelo de obediencia y exquisita virtud. Estas bellas cualidades morales del religioso carmelita fueron causas más que suficientes para inclinar a los Superiores al temor de perder tan preciosa vida, entregándola a la voluntaria inmolación en el altar de un sacrificio que aún no le había exigido la Madre Patria. Su edad era ya algo avanzada.
No importa; fray Juan siente latir en su pecho los vivos impulsos de un amor religioso-patriótico que pone en sus venas toda la vitalidad risueña y fuerte de primaveras anhelantes.
—Yo no puedo permanecer aquí; lea [tengo] fuerzas para luchar por mi Dios y mi Patria —decía frecuentemente el futuro mártir. Y este abrasador anhelo de su fe religiosa le empujó un día (de los primeros del Levantamiento militar) hacia la celda de su Superior el Rvdo. P. Mariano García Murillo, desahogando ante él toda la sinceridad ardiente de un invicto caballero de la Comunión Tradicionalista: «Padre, yo le vengo a suplicar el permiso para marcharme al frente». El Superior que sabía la irreparable pérdida a que se exponía su comunidad, le expuso razones y le dió para pensarlo tres días.
No era posible un cambio de pensar; fray Juan Crisóstomo volvió a la celda de su Superior para comunicarle la ratificación de sus propósitos, pasados los tres días de reflexión. —Aquel Levantamiento nacional — decía él — no era una guerra que se movía por pasiones políticas y ambiciosas; aquello era una Cruzada más en la Historia de la Hispanidad Católica de nuestra fe, y él estaba decidido a formar un número más entre los bravos cruzados de la magna epopeya.
Y fray Juan, con la bendición de la Obediencia se fué voluntario a colocar su granito de arena en el ciclópeo monumento de nuestra reconquista.
Fray Juan lucha en los frentes con bravura de león de pura raza hispana. Dos veces cae herido, víctima de su indomable arrojo, y hospitalizado, pide con toda el alma su salud para volver al frente. Sobre su guerrera no flamean las doradas cintas de su mérito ni el galón de cabo que se le ofreció por sus actividades guerreras. A continuas insinuaciones de sus hermanos del Tercio para ostentar su graduación, él respondía con un gracejo inimitable: «Yo no me incorporé al Requeté para llevar galones, sino para servir a mi Dios y a mi Patria».
Su vida de bravo soldado, sabía encontrar ocasiones para ostentar al religioso. Todas las noches reunía a sus compañeros de combate para rubricar con su conducta la santa costumbre de nuestra vieja Tradición. Calladas las máquinas de guerra y el tableteo mortífero de las silbantes ametralladoras; mientras enfrente, en el campo rojo, crujía el viento con los ruidos blasfemos de los infernales moscovitas, fray Juan, rosario en mano, contrarrestaba con sus plegarias santas, rezadas entre sus valientes requetés, las ofensas inferidas a Su Divina Majestad. El Hermano Carmelita por el fervor y la virtud desplegados entre sus compañeros, mereció entre ellos el cariñoso nombre de «el Padre». Y «Padre espiritual» era en verdad fray Juan Crisóstomo, ante unos soldados que le querían como a un padre y le veneraban como a un santo.
En la presencia del Juez Eterno hacía falta un justo más que mereciera loor y alabanza, y en la misma víspera de la Asunción gloriosa de Nuestra Madre Inmaculada, «el Padre» del Tercio de requetés de Córdoba cae mortalmente herido. Un balazo en el corazón le arranca de su pecho el último grito de su fe y de su ideal: ¡¡¡Viva Cristo Rey!!!
Como hermano suyo en Religión, no sé si entristecerme o felicitarme, porque una muerte tan gloriosa y heroica me hace abrigar la esperanza de radiantes claridades y regocijos para el mártir y para mi bendita Orden Carmelitana.
Referencias
- ↑ Córdoba Tradicionalista, Glorias del Tercio de San Rafael de Córdoba: el carmelita Fray Juan Crisóstomo Domínguez, Blog Córdoba Tradicionalista, 9 octubre 2019, URL: https://cordobatradicionalista.blogspot.com/2019/10/glorias-del-tercio-de-san-rafael-de.html
- ↑ Besalduch, Simón María, Nuestros mártires: religiosos carmelitas asesinados en España, por causa de la fe, durante la guerra contra el comunismo soviético, Libro, 1940, pp. 438-439.
- ↑ Córdoba Tradicionalista, Glorias del Tercio de San Rafael de Córdoba: el carmelita Fray Juan Crisóstomo Domínguez, Blog Córdoba Tradicionalista, 9 octubre 2019, URL: https://cordobatradicionalista.blogspot.com/2019/10/glorias-del-tercio-de-san-rafael-de.html
- ↑ Besalduch, Simón María, Nuestros mártires: religiosos carmelitas asesinados en España, por causa de la fe, durante la guerra contra el comunismo soviético, Libro, 1940, pp. 438-439.
- ↑ Córdoba Tradicionalista, Glorias del Tercio de San Rafael de Córdoba: el carmelita Fray Juan Crisóstomo Domínguez, Blog Córdoba Tradicionalista, 9 octubre 2019, URL: https://cordobatradicionalista.blogspot.com/2019/10/glorias-del-tercio-de-san-rafael-de.html
- ↑ Besalduch, Simón María, Nuestros mártires: religiosos carmelitas asesinados en España, por causa de la fe, durante la guerra contra el comunismo soviético, Libro, 1940, pp. 438-439.
- ↑ El castellano : diario independiente.: Año XXXIX Número 11664 _ 01/09/1938

