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Julio Degayón Baus (Sevilla, 1841 - Córdoba, 5 de febrero de 1911) fue un pintor y profesor español, que aunque nacido en Sevilla, desarrolló la mayor parte de su vida y carrera en Córdoba, siendo considerado por cronistas como Ricardo de Montis un "cordobés neto"[1]. Montis, en sus notas, utiliza ocasionalmente la grafía "Degallón".

Nació en Sevilla, donde estudió pintura en la Academia de don Manuel Barrón y en la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel.

Trayectoria en Córdoba

En el año 1865 trasladó su residencia a Córdoba, ciudad en la que permanecería hasta su fallecimiento. Aquí desempeñó labores docentes, primero impartiendo una clase en la desaparecida Escuela Provincial de Bellas Artes y, posteriormente, ejerciendo como profesor auxiliar en la Escuela de Artes y Oficios[2].

Montis lo describe físicamente:

Hombre de facciones duras y de faz abotargada, recio de cuerpo, pausado en el andar y en la conversación[1].

Su producción pictórica fue escasa, si bien sus obras fueron estimadas por la corrección del dibujo y la justeza del color, valiéndole algunos premios en exposiciones provinciales[1]. Por su clase en la Escuela Provincial de Bellas Artes pasaron varias generaciones de artistas cordobeses de la segunda mitad del siglo XIX[1].

Carácter y Popularidad

Más allá de su faceta artística y docente, Degayón alcanzó una extraordinaria popularidad en Córdoba por su carácter y su "gracia", como se dice en la tierra[1]. Era un tipo genuinamente andaluz, gran aficionado a la fiesta de los toros y amigo íntimo de figuras como el torero Lagartijo, con quien le unían lazos casi fraternales[1].

Era respetado y querido por todas las clases sociales, contando entre sus amistades tanto a altos funcionarios y aristócratas como a las gentes más humildes. Se le consideraba indispensable en cacerías, juergas y parrandas, siendo el alma de la fiesta por su ingenio, sus ocurrencias y su conversación amena y chispeante. Muchas de sus frases se hicieron célebres en la ciudad[1].

Don Julio era también hombre de gran entereza y dignidad, que no toleraba impertinencias y estaba dispuesto a defender su honor[1].

Anécdotas (Según Ricardo de Montis)

Ricardo de Montis recoge varias anécdotas que ilustran su famoso ingenio[1]:

  • Sobre un pueblo de mala fama:
Al enterarse de que un discípulo suyo había obtenido un destino en un pueblo conocido por su conflictividad (del cual se jactaba un conserje de la Escuela), Degayón comentó:
pues creo que no vas á pasarlo bien porque allí necesita, por lo menos, haber asesinado á su padre quien pretenda ser respetado y querido.
  • Sobre una mujer muy alta:
Al ver a una mujer de piernas excepcionalmente largas, exclamó:
el pavo que le pique á esa en una nalga vale lo menos cinco napoleones.
  • Sobre un dibujo mediocre:
Un antiguo alumno le mostró orgulloso una cabeza de tamaño colosal que había dibujado, preguntándole si debía enmarcarla o pegarla en un tablero. Degayón respondió:
Yo si fuera tú, [...] haría una cometa, le soltaría mucha guita y cuando estuviera muy alta le cortaría la cuerda para no volverla á ver, porque eso es un mamarracho.
  • Sobre el vino italiano:
Otro discípulo, recién vuelto de Italia, ponderaba excesivamente un vino italiano que había traído, despreciando los caldos locales. Una noche lo ofreció a los profesores de la Escuela. Tras probarlo, Degayón respondió a la pregunta impaciente del alumno sobre si había probado algo parecido:
Sí la he bebido,
¿Cuándo y dónde? insistió el discípulo.
Pues todos los días en la ensalá, replicó Degayón, comparándolo con el vinagre.
  • Sobre el pago de la Diputación:
La Diputación provincial pagaba a veces en esportillas de calderilla que a menudo venían cortas de dinero o con monedas falsas. Tras recibir un pago incompleto y reclamar al pagador, este se excusó diciendo "yo no hago las esportillas". Degayón replicó airado:
tampoco los veterinarios hacen los caballos, pero los castran.
  • Incidente en la Plaza de Toros:
Montis menciona un incidente grave en la plaza de toros de Córdoba, donde Degayón demostró su temple y que pudo costarle la vida, siendo necesaria la intervención de milicianos nacionales para salvarle[1].

Últimos Años y Fallecimiento

A pesar de los achaques de la edad y los reveses de la vida, Degayón mantuvo su carácter enérgico e ingenioso hasta el final. Montis lo recuerda en sus últimos tiempos:

[...] demacrado, con la respiración fatigosa y el paso vacilante, pero sin que le faltasen un rasgo de energía cuando era necesario demostrarla, una frase de ingenio para contestar á la broma del amigo, ni una historia alegre con que amenizar cualquier reunión.[1]

Don Julio Degayón Baus falleció en Córdoba el 5 de febrero de 1911[2]. Su entierro se anunció para el día 7 de febrero[3].

Referencias

  1. 1,00 1,01 1,02 1,03 1,04 1,05 1,06 1,07 1,08 1,09 1,10 Montis Romero, Ricardo de. Notas Cordobesas (Recuerdos del pasado). Volumen II.
  2. 2,0 2,1 "Crónica Local". El Defensor de Córdoba. 6 de febrero de 1911.
  3. "Crónica Local". El Defensor de Córdoba. 6 de febrero de 1911. Menciona el entierro para el "mañana martes 7".