El crimen del Jardinito (1890)

Crónica del Juicio. 15 de noviembre de 1890

El Crimen del Jardinito fue un suceso trágico ocurrido el 27 de mayo de 1890 en la huerta denominada El Jardinito, en el término municipal de Córdoba. El autor de los hechos fue José Cintabelde Pujazón, natural de Almería, quien asesinó a cuatro personas con el fin de robarles.

Relación de los hechos

Según la información publicada en el Diario de Córdoba, el 27 de mayo de 1890, que coincidía con el tercer día de la Feria de Nuestra Señora de la Salud, José Cintabelde Pujazón, de 27 años y antiguo miembro del cuerpo de Seguridad, salió de Córdoba con dirección a la huerta El Jardinito. Su propósito era apoderarse del dinero que Antonia Córdoba García, esposa del capataz de la finca Juan Castillo Laín, había obtenido de la venta de dos vacas el día anterior.

Alrededor de las diez de la mañana, Cintabelde llegó a la huerta y encontró a Antonia Córdoba García acompañada de sus dos hijas, Magdalena, de seis años, y María Josefa, de dos años, así como del guarda de la finca, José Bello. Solicitó a Antonia cincuenta naranjas, y esta le indicó dónde cogerlas. Mientras Antonia y sus hijas volvían a la casa, donde se les unió el arrendador de la finca, Rafael Balbuena, Cintabelde y el guarda José Bello se dirigieron al naranjal.

Los asesinatos

En el naranjal, mientras José Bello subía a una escalera para coger las frutas, José Cintabelde Pujazón lo atacó con una navaja, causándole varias heridas. Acto seguido, se dirigió a la casa.

Allí, disparó con una pistola de dos cañones contra Antonia Córdoba García, quien cayó al suelo. Rafael Balbuena intentó interceder y pedir auxilio, pero Cintabelde le disparó, causándole la muerte instantáneamente tras una herida en el labio superior y otra en la cabeza. La niña Magdalena, que lloraba presenciando la escena, fue degollada por el criminal. Antonia Córdoba García, que aún se encontraba con vida, fue rematada por Cintabelde, quien le apretó el cuello con un pañuelo. Finalmente, la pequeña María Josefa, que estaba en la puerta de la casa, fue asesinada con una profunda herida en el cuello.

Tras cometer los asesinatos, Cintabelde entró en una habitación, abrió un arca y sustrajo un bolso que contenía 125 pesetas y un portamonedas con aproximadamente 20 pesetas. Este último fue arrojado posteriormente al cauce de un arroyo cercano a la huerta.

Huida y captura

Molinillo de Sansueña

José Cintabelde Pujazón huyó en dirección a Córdoba. Durante su fuga, fue visto por Francisco Gavilán Meri. Se lavó las manchas de sangre en el arroyo del molino de Sansueña e intentó vender una escopeta. Fue detenido en el camino de la plaza de toros por el teniente de la guardia Vicente Paredes Maroto.

Investigación y sumario

El juzgado inició el sumario para esclarecer los hechos. En sus declaraciones, José Cintabelde Pujazón manifestó conocer a Antonia Córdoba García (la víctima) y a su marido Juan Castillo Laín. Admitió haber estado en la huerta El Jardinito el día de los crímenes, negó tener resentimientos previos contra las víctimas y confesó los asesinatos y el robo, cifrando el dinero sustraído en 125 pesetas y siete pesetas (además de las del portamonedas).

Detalló que primero atacó a José Bello con una navaja cuando este se disponía a coger naranjas, y luego a Rafael Balbuena con una pistola. Posteriormente, atacó a Antonia Córdoba García y a sus hijas. Según su confesión, el móvil fue el dinero que Antonia Córdoba García le había negado para asistir a la tercera corrida de toros de la feria. También indicó haber arrojado al arroyo de Sansueña una escopeta.

Juan Castillo Laín, esposo de Antonia Córdoba García y capataz de El Jardinito, declaró que se encontraba en Córdoba la mañana de los hechos. Al enterarse de lo sucedido, se dirigió a la huerta, donde encontró los cuerpos sin vida y constató la desaparición del dinero del arca.

Testificaron también José González Hernández, Rafael Moya, Agustín López Blanco, Rafael Salinas, Rafael Moreno Giménez y Fernando Luna, estos últimos taberneros.

La diligencia descriptiva del levantamiento de los cadáveres detalló las heridas: Rafael Balbuena presentaba una herida de arma de fuego en el labio superior y otra en el hemisferio cerebral derecho; Antonia Córdoba García tenía una herida de arma de fuego en el pabellón auricular izquierdo y otra en la región parotídea; la niña Magdalena (identificada como de cuatro años en esta parte del sumario) una gran herida en el cuello; y la niña María Josefa (de dos años) una herida en la región suprahiodea. En el lugar se encontraron casquillos de revólver y manchas de sangre.