- Es uno de los lugares más típicos de nuestra ciudad y que mejor evocan los recuerdos del pasado; si alguien osara despojarlo de su carácter merecería la pena que un gran rey declaró que hubiera impuesto á los autores de las monstruosidades realizadas en la Mezquita cordobesa para convertirla en templo cristiano.[1]
- Ese paraje habla al espíritu y la persona que por primera vez lo visita siente una impresión profunda; cree hallarse, de súbito, en uno de los rincones de la España pintoresca del siglo XVI.[2]
- Aquel Crucifijo de piedra que se levanta en el centro de la plaza, rodeado de faroles los cuales en vez de la luz de gas reclaman la candileja de aceite, tiene un encanto inexplicable, lo mismo para el hombre de acendradas creencias religiosas que para el más indiferente.[3]
- Y la fachada del Convento de Capuchinos, de arquitectura sencillísima, con su escalinata, sus claros estrechos y largos, su hornacina y su remate triangular coronado por la Cruz, así como los altos muros del hospital próximo, completan la admirable decoración de dicho lugar, en el que solo desentona del conjunto la pared de la izquierda que está exigiendo una modificación adecuada al paraje.[4]
- Al pasar por allí, á las altas horas de la noche, se ven con los ojos de la imaginación la ronda del Santo Oficio y la de pan y huevo, los corchetes, la dueña misteriosa y hasta parece que se escucha la sentencia terrible:[5]
- Hombre que pecando estás
- en este momento, advierte
- no te sorprenda la muerte
- conque crispaba los nervios de la persona más atrevida otra ronda inolvidable: la del pecado mortal.[6]
- La Plaza de Capuchinos, para conservar en toda su integridad el sello de la antigua Córdoba, es la única vía de nuestra población donde aun nace y crece la yerba como en fértil campo.[7]
- Y no es por falta de tránsito, pues centenares de fieles van todos los días á visitar á la Virgen de los Dolores y, especialmente, los viernes, casi todo el pueblo desfila por la iglesia de la bendita Madre de los desamparados.[8]
- Aún durante las mayores aglomeraciones de gente reina allí un silencio solemne y augusto, porque el lugar invita al recogimiento y á la meditación.[9]
- Solo se escuchan el dulce murmullo de las plegarias y las voces lastimeras de los mendigos que, sentados en larga fila delante de la fachada del templo, demandan el óbolo de la caridad.[10]
- Unicamente hay un día en el año en que turban esa calma verdaderas explosiones de fervor religioso traducidas en el cantar más sentido que produjo la inspiración popular: la saeta.[11]
- Tal día es el Viernes Santo: cuando la [[Virgen de
los Dolores (Capuchinos)|hermosa imagen de la Virgen]] torna á su iglesia, después de la procesión, un inmenso gentío la acompaña y despídela en las puertas del santuario lanzando al viento innumerables saetas, cuyas notas, al perderse, dejan como una estela de amarga poesía.[12]
- Los alrededores de la Plaza de Capuchinos resultan dignos de ella: demostrándolo están la Cuesta del Bailío y la casa que le da nombre con su soberbia portada plateresca, edificio donde un médico artista ha hecho una admirable reproducción de la capilla del Mirah.[13]
- Vista desde el agiméz de este primoroso recinto la huerta del convento próximo, merced al gran desnivel del suelo, parece uno de los fantásticos jardines colgantes de Nínive y Babilonia de que nos hablan los historiadores.[14]
- Más de una vez, en nuestro vagar sin rumbo por la población de los tesoros inmensos, nos detuvimos en la plaza más bonita y clásica de Córdoba y al oir los ayes entrecortados de los enfermos acogidos en el hospital de los Dolores exclamamos en voz muy baja para que nadie nos oyera: ¡felices ellos en medio de su desgracia, porque la caridad les albergó en este asilo, frente á la angustiada Madre cuyos divinos ojos, nublados por el llanto, les dirigen sin cesar miradas de inefable dulzura; muy cerca del Cristo que abre los brazos para estrechar á la humanidad y próximos á la Cruz que indica el camino de las venturas eternas abierto para los justos al borde de la tumba.[15]
- El pueblo expresa lo mismo sus grandes entusiasmos que su profunda indignación por medio de las manifestaciones públicas é igualmente se vale de ellas para rendir un tributo de admiración á una persona insigne que para recordar un hecho glorioso o protestar contra un vejamen ó un abuso.[16]
- Por eso tales manifestaciones timen gran importancia para la historia.[17]
- Consignaremos aquí las principales que ha habido en esta ciudad desde la segunda mitad del siglo XIX hasta nuestros días.[18]
- La primera que recordamos fué motivada por el regreso del Batallón Provincial de Córdoba, al concluir la última guerra carlista.[19]
- Las tropas que formaban dicho cuerpo se batieron heróicamente y, al volver, sus paisanos tributáronles uno de los recibimientos más entusiásticos de que se tiene memoria.[20]
- El vecindario en masa invadía las calles por donde pasaba el batallón, vitoreándolo y aplaudiéndolo y desde balcones y ventanas caía sobre los soldados una verdadera lluvia de flores, palomas y hojas de papel multicolores con inspirados versos.[21]
- Algunos de aquellos valientes, cuando llegaron al cuartel, iban materialmente cargados de coronas.[22]
- Otra acogida semejante obtuvo la primer sección de tiradores Mausser destinada al ejército de Cuba durante la última campaña, á su paso por Córdoba.[23]
- Detúvose aquí algunas horas y su visita provocó también un entusiasmo delirante; oficiales y soldados fueron obsequiados con una espléndida comida en el Círculo de la Amistad y un gentío inmenso acudió á la estación de los ferrocarriles para esperarles y despedirles, haciéndoles objeto de toda clase de atenciones.[24]
- Luego repitiéronse casi diariamente tales demostraciones al paso de las tropas que iban á batirse allende los mares, en aquella época en que la Marcha de Cádiz enardecía los corazones, hasta que los desastres coloniales abatieron nuestro espíritu y apagaron el fuego de nuestros entusiasmos, quizá para siempre.[25]
- Una noche circuló la noticia de que la escuadra de Eulate había derrotado á la temible flota yanqui; un grupo de jóvenes exaltados por el patriotismo, salió del Café del Gran Capitán dando vivas y gritos de júbilo; en un establecimiento de la calle del Paraiso le facilitaron la barra de una cortina y unas cuantas varas de tela roja y gualda para improvisar una bandera; de allí fué en busca de la Banda municipal de música que ensayaba en su academia y poco después recorría las calles una manifestación compuesta de cuatro ó cinco mil personas, llenas de gozo y de esperanza.[26]
- A la mañana siguiente sufrimos una terrible, una espantosa decepción; el triunfo supuesto se había convertido en el apresamiento de uno de nuestros barcos.[27]
- El domingo próximo al día en que esto ocurrió verificóse otra manifestación contra los Estados Unidos y los concurrentes á ella quemaron ante el Gobierno militar un cartelón en el que aparecía, pintado, un cerdo.[28]
- Al propalarse por toda España el rumor, todavía no hemos podido averiguar si fundado ó no, de que el Gobierno trataba de vender á Alemania las Islas Carolinas, organizóse en Córdoba una manifestación de protesta, en la que tomaron parte todas las entidades de la capital. Algunos asistentes al acto, entre ellos el Conde de Torres Cabrera, pronunciaron enérgicos discursos.[29]
- En nuestra ciudad sólo ha habido una procesión civica. Constituyó uno de los números del programa de fiestas organizadas con motivo del Centenario del descubrimiento de América por Cristóbal Colón.[30]
- En ella figuraron las autoridades, todas las corporaciones, sociedades y centros y la mayoría de los gremios con estandartes y banderas.[31]
- En pocas ocasiones el entusiasmo de los cordobeses llegó al punto que cuando nos visitó el insigne y desventurado marino don Isaac Peral.[32]
- Millares de personas le seguían constantemente, aclamándole sin cesar; las señoras le arrojaban flores; obsequiósele con banquetes y serenatas y el recibimiento y la despedida que se le tributaron en la estación fueron manifestaciones imponentes, grandiosas.[33]
- También revistieron gran solemnidad las que todas las clases sociales, sin distinción de matices políticos, realizaron en honor de nuestro ilustre paisano don José Sánchez Guerra y Martínez cuando, con el carácter de Ministro de Fomento, vino á inaugurar las obras del pantano del Guadalmellato.[34]
- Y simpática en grado sumo fué la organizada por los cordobeses para desagraviar á su pintor Julio Romero de Torres con motivo de la injusticia notoria que con él cometiera el jurado de una Exposición nacional de Bellas Artes de Madrid.[35]
- Merecen, asimismo, los honores de la consignación, por lo respetuosas y expresivas, las manifestaciones de que fueron objeto los Coros de Clavé de Cataluña, una estudiantina portuguesa y los grupos regionales españoles que se detuvieron en esta capital algunas horas, de paso para Sevilla.[36]
- La última y una de las más cariñosas y espontáneas que hemos conocido obtuviéronla los alumnos de la Academia de Infantería de Toledo.[37]
- Los habitantes de nuestra hidalga población disputábanse el honor de agasajar á los cadetes.[38]
- Aquellos actos, merced á la iniciativa del distinguido escritor don José Osuna Pineda, valieron á Córdoba er [sic] honroso dictado de "Muy hospitalaria", que se agregó á la leyenda de su escudo.[39]
- Distinta de todas las anteriores y verdaderamente lamentable fué una manifestación, en la que predominaban las mujeres, efectuada hace algunos años para protestar contra el impuesto de consumos.[40]
- Los manifestantes promovieron alborotos, quemaron algunas garitas de los empleados de la empresa recaudadora, y no cometieron mayores desmanes merced á la intervención de la fuerza pública y á la cordura del vecindario.[41]
- Por no considerarlas de interés para la historia de esta población, á causa de haberse generalizado en toda España durante los últimos tiempos, dejamos de mencionar otras manifestaciones ya de carácter político, ya organizadas por obreros ó estudiantes, pero sí haremos constar con satisfacción que en todas ellas demostraron los cordobeses su sensatez nunca desmentida.[42]
Referencias
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.
- ↑ Texto extraído de Notas Cordobesas de Ricardo de Montis Romero.