Monasterio de San José y Santa Teresa

El Monasterio de San José y Santa Teresa es un convento de clausura perteneciente a la orden de las Carmelitas Descalzas, situado en la Avenida de Santa Teresa de Lucena. En julio de 2024, la comunidad anunció el cierre del convento y su traslado debido a la escasez de vocaciones, poniendo fin a más de 400 años de presencia carmelita en la ciudad.

Historia

La presencia carmelita en la zona se remonta a 1603, con la fundación de un convento en Cabra. La comunidad se trasladó a Lucena el 31 de mayo de 1612. Durante siglos, el convento estuvo ubicado en el centro urbano, entre las calles Juan Palma García y La Villa, junto a la Plaza Nueva.

Debido al estado ruinoso del antiguo edificio, la comunidad se trasladó en 1966 (otras fuentes indican que las obras comenzaron en 1967 y el traslado fue en 1971) al actual convento en la Avenida de Santa Teresa. Las monjas que componían la comunidad en el momento del cierre habían llegado a Lucena en 1998, procedentes de Castellón, para reforzar la comunidad local.

El Edificio

El complejo conventual actual ocupa una parcela de casi 4.500 metros cuadrados en el casco urbano de Lucena, con 1.642 metros cuadrados construidos. El conjunto incluye la iglesia conventual, las dependencias propias de la vida de clausura y una amplia zona destinada a huerto y jardines. La calificación urbanística del terreno es de dotacional social. Además del convento, la comunidad poseía algunas fincas de olivar cuya gestión estaba externalizada. La iglesia del convento ha mantenido actividad litúrgica regular, como la celebración de la misa dominical.

Comunidad y Autonomía

La comunidad carmelita de Lucena seguía las Constituciones de 1990, lo que le confería autonomía jurídica. El convento era propiedad de la propia comunidad y dependía directamente de la Santa Sede y del Obispado de Córdoba, no de la estructura general de la Orden de Carmelitas Descalzos (regida por las Constituciones de 1991).

Esta comunidad fue conocida por su vínculo con el Papa Francisco, especialmente a través de su priora, Sor Adriana de Jesús Crucificado. Tras el fallecimiento de esta en septiembre de 2023, la comunidad quedó reducida a cuatro monjas. El Papa Francisco otorgó un "estado jurídico excepcional" que les permitió continuar temporalmente, a pesar de no alcanzar el número mínimo de seis religiosas requerido por la normativa eclesiástica. A lo largo de su historia reciente, las monjas mantuvieron lazos con la vida religiosa y cultural de Lucena, destacando la confección del manto blanco para la coronación canónica de la Virgen de Araceli o la cesión de imágenes como la de Santa Teresa a la Parroquia de Santiago (2006) y el Santo Cristo de la Misericordia a la Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno (2010).

Cierre y Traslado

El 11 de julio de 2024, la priora Magdalena de San Juan de la Cruz comunicó oficialmente la decisión de cerrar el convento y trasladar la comunidad, compuesta en ese momento por solo tres religiosas. Las razones aducidas fueron la falta de vocaciones, la imposibilidad de mantener la comunidad con un número tan reducido de miembros (agravada tras la muerte de Sor Adriana de Jesús Crucificado y la posterior salida de otra hermana), y la solicitud de ayuda por parte de otro Carmelo necesitado.

Las tres religiosas se trasladarán al Carmelo de Cabrera, en la Diócesis de Salamanca, con el que la comunidad lucentina mantenía una estrecha relación. Se preveía que la partida tuviera lugar antes de finalizar 2024. El 16 de octubre de 2024, el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández González, presidió una misa de acción de gracias y despedida en el monasterio, con asistencia de clero y representantes de la orden carmelita.

Futuro del Edificio

Tras el anuncio del cierre, el destino del edificio conventual quedó incierto. La decisión final sobre el inmueble y el patrimonio asociado corresponde al obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, en diálogo con las monjas salientes.

El deseo manifestado por las religiosas, transmitido por el capellán Eugenio Bujalance, era que el convento pudiera seguir teniendo un uso religioso, preferiblemente acogiendo a otra orden conventual. Esta posibilidad se consideraba la principal hipótesis para el futuro del inmueble. El alcalde de Lucena, Aurelio Fernández, expresó su pesar por la marcha de la comunidad y su intención de reunirse con el obispo para discutir el futuro del edificio, indicando que el Ayuntamiento de Lucena tenía "alguna idea" al respecto.