El Proyecto de Desmontaje de la Catedral de la Mezquita se refiere a una serie de iniciativas, la más notable de ellas impulsada a principios de la década de 1970 por el arquitecto y entonces Director General de Arquitectura del Estado, Rafael de la Hoz Arderius, que buscaban separar la estructura de la catedral cristiana del siglo XVI del espacio original de la Mezquita de Córdoba. Aunque la idea no era nueva, el proyecto de De la Hoz representó el intento más serio y con mayor respaldo institucional para devolver al monumento islámico su concepción espacial primitiva.[1]
Antecedentes en la II República
La idea de intervenir drásticamente en la estructura híbrida del monumento ya había surgido durante la Segunda República Española.[1]
- En 1931, los parlamentarios Luis Codina y Manuel Padrós propusieron al Ministerio de Instrucción Pública desmontar el templo católico piedra a piedra y reconstruirlo en otro lugar, restaurando la Mezquita a su "forma primitiva", sugiriendo incluso su posible uso como museo o para el culto musulmán.[1]
- Meses después, el 8 de noviembre de 1931, el diputado por Melilla, Antonio Acuña Carballar, presentó una propuesta menos ambiciosa que se centraba en la conversión al culto islámico.[1]
- Hacia 1936, el historiador y diputado cordobés Antonio Jaén Morente planteó transformar la Mezquita en un "gran museo-biblioteca islámico hispana del mundo", pero respetando los elementos cristianos como testimonio de la convivencia de civilizaciones, sin desmontar altares ni cruces.[1]
El Proyecto de Rafael de la Hoz (1971-1973)
Nacido en Madrid pero afincado en Córdoba, Rafael de la Hoz Arderius fue nombrado Director General de Arquitectura por Francisco Franco a principios de noviembre de 1971. Casi inmediatamente, puso en marcha su plan para "extirpar" la Catedral de la Mezquita.[1]
Su proyecto contemplaba desmontar piedra a piedra el crucero catedralicio del siglo XVI y trasladarlo a otro lugar, posiblemente la Iglesia de la Compañía (tras descartarse la Iglesia de San Pablo por estar cedida en usufructo perpetuo). Además, planeaba retirar las capillas adosadas a la fachada del Patio de los Naranjos para recuperar la luz horizontal original del oratorio islámico.[1]
Para este ambicioso plan, De la Hoz contaba con apoyos clave dentro del régimen franquista:
- El propio Jefe del Estado, Francisco Franco.[1]
- El Ayuntamiento de Córdoba, presidido por el alcalde Antonio Alarcón.[1]
- El arquitecto conservador del monumento, Félix Hernández.[1]
- Miembros influyentes de la Real Academia de Córdoba, como Rafael Castejón.[1]
De la Hoz era consciente de los enormes desafíos técnicos y de la posible resistencia administrativa.[1]
La Postura de la Iglesia
Las gestiones iniciales de De la Hoz, realizadas a través del delegado provincial de la Vivienda, Juan J. De Rueda Serrano, indicaron que el Cabildo no se opondría frontalmente al cierre al culto, siempre que sus ingresos no se vieran mermados. Posteriormente, De la Hoz se reunió con el obispo José María Cirarda, y el Cabildo formó una comisión especial mostrando una actitud de "positiva colaboración" con el proyecto estatal, según consta en correspondencia de la época. El rol de la Iglesia parecía ser consultivo e informado, más que decisorio, en el marco de un Estado nacionalcatólico donde la última palabra sobre un Monumento Nacional la tenía el Gobierno.[1]
El Papel del Ayuntamiento y la UNESCO
El alcalde Antonio Alarcón fue un firme defensor del proyecto. En plenos municipales de 1972, reivindicó el papel histórico del Ayuntamiento como custodio de la integridad artística de "nuestra Mezquita" frente a las alteraciones sufridas a lo largo de los siglos, especialmente la construcción de la Catedral en el siglo XVI, que consideraba resultado de una "orden real". Alarcón impulsó la candidatura de la Mezquita a Monumento Internacional de la UNESCO, con el objetivo explícito de obtener respaldo para "devolver la Mezquita a su pureza". Llegó a contactar con jefes de gobierno árabes y mencionó el interés personal de Francisco Franco en la máxima conservación del monumento.[1]
Oposición y Fracaso
A pesar de los apoyos iniciales, el proyecto comenzó a encontrar serios obstáculos. La Real Academia de Bellas Artes, a través de su secretario Federico Sopeña y del académico Camón Aznar, calificó la idea de "verdadero desatino" en octubre de 1972, exigiendo ser consultada y enfriando las intenciones de De la Hoz, quien matizó que las tareas se limitaban de momento a estudios.[1]
El clima se enrareció, y la reunión internacional de Icomos prevista para octubre de 1972 en Córdoba fue pospuesta. En los meses siguientes, creció la opinión entre expertos de que desmontar la Catedral sería violentar la compleja historia del monumento. Cuando la reunión de Icomos finalmente se celebró en abril de 1973, el proyecto de Rafael de la Hoz ya estaba herido de muerte y fue definitivamente archivado.[1]
El intento de "purificación" de la Mezquita quedó como una página más en la compleja historia de intervenciones y debates sobre el monumento más universal de Córdoba.[1]