Cruz de Roelas

Cruz de Roelas (1838)

La Cruz de Roelas es el nombre de una histórica cruz humilladero que existía a las afueras de Córdoba, en la salida del Camino Viejo o de Pedroches. Su importancia radica tanto en su antigüedad como en las tradiciones y leyendas asociadas a ella, especialmente con el Padre Roelas.

Historia

Se estima que la Cruz de Roelas fue erigida en torno a 1650, pocos años después de la muerte del venerable sacerdote Padre Roelas (1587-1625). La tradición popular sostiene que en este lugar el Padre Roelas tuvo un encuentro con el Arcángel San Rafael acompañado de cuatro Mártires de Córdoba: Acisclo, Zoilo, Fausto, Januario y Marcial, todos ellos ataviados como caballeros. Este evento ha sido representado en diversas obras artísticas, incluyendo cuadros conservados en el Ayuntamiento de Córdoba y en la Iglesia de San Rafael.

La cruz también era un punto de referencia para prácticas devocionales. La Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Calvario realizaba estación de penitencia en su vía crucis cada viernes en este lugar, situado entonces a las afueras de la muralla del Marrubial. Se ha sugerido que la cruz podría haber estado relacionada con el "quemadero del Marrubial", donde la Inquisición Española llevaba a cabo autos de fe hasta mediados del siglo XVIII.

En 1812, durante la Guerra de la Independencia, la Cruz de Roelas fue un punto significativo en el traslado de la imagen de la Virgen de Linares a Córdoba para la jura de la Constitución. La comitiva que portaba la imagen fue recibida en la Cruz de Roelas por el general Echavarri.

Ubicación

La ubicación original de la Cruz de Roelas ha sido objeto de debate. Se encontraba en la salida de Córdoba por el Camino Viejo o de Pedroches, que partía de la ciudad por la actual calle Cinco Caballeros. Este camino cruzaba la confluencia de los arroyos de las Piedras y Hormiguita (también llamado del Camello), hoy desaparecidos.

Comparaciones entre el plano de Córdoba de 1884 realizado por Dionisio Casañal y Zapatero y mapas actuales sugieren que la cruz estaba situada en lo que hoy es la calle Cinco Caballeros, en el Distrito Levante. Algunas fuentes la sitúan más concretamente entre los números 9 y 13 de dicha calle.

El blog "Notas Cordobesas" indica, basándose en la superposición de planos históricos (Casañal 1884, plano de 1927) con imágenes satelitales, la dificultad de precisar el punto exacto, señalando discrepancias entre la ubicación marcada por Casañal y la localización de una réplica y restos dispersos en un jardín cercano a la confluencia de las calles Cinco Caballeros con Guadamacilero Diego S. Llorente.

Desmontaje y restos actuales

En 1895 se presentó una moción a la Municipalidad de Córdoba alertando sobre el "estado de detorioro y de ruina" en que se encontraba la cruz. La moción destacaba que no se había realizado reparación alguna desde su reedificación en 1795. Ante esta situación, se solicitaba su "inmediata reposición" para conservar este símbolo religioso, acorde con los "sentimientos católicos" del vecindario. La propuesta incluía encargar al Arquitecto municipal la elaboración de un presupuesto para acometer la obra de restauración de forma administrativa, dada su "escasa importancia" económica.

Ya en el siglo XX y según el testimonio de un antiguo vecino del barrio, el travesaño de la cruz fue desmontado por los bomberos debido al riesgo de caída, quedando solo el brazo vertical durante años. Posteriormente, durante una remodelación de la calle en la década de 1980, la cruz fue completamente desmontada y sus basamentos quedaron dispersos en los jardines cercanos.

Actualmente, parte de los restos de la Cruz de Roelas (fragmentos del fuste y la basa) se encuentran integrados en una pequeña capilla dedicada a la Virgen de Fátima, situada en la calle Cinco Caballeros, en el barrio de Sagunto. Otros fragmentos estarían en un jardín frente a esta capilla.

Capilla de la Virgen de Fátima

La capilla que alberga parte de los restos de la Cruz de Roelas fue construida en 1999. Su construcción fue promovida por Antonia Moya, vecina de la zona, quien relata haber tenido apariciones de la Virgen de Fátima desde los años 80. El mecenas de la capilla fue Pablo Romero, de la constructora Prasa, quien también fue vecino del barrio y jefe del marido de Antonia Moya. Antonia Moya es la responsable del cuidado de la capilla, donde se reúnen fieles a rezar el rosario diariamente.

Según Antonia Moya, la Virgen le indicó que colocara su imagen sobre una piedra en ese lugar, que previamente era un jardín. Los restos de la antigua cruz de piedra fueron entonces utilizados para sustentar la figura mariana. En el interior de la capilla también hay una pileta que, según Antonia Moya, comenzó a usarse con agua bendita tras una indicación divina y la mejora de salud de una mujer.

El lugar es conocido en el barrio por relatos de sanaciones y otros hechos atribuidos a la intercesión de la Virgen y a las acciones de Antonia Moya.