
La Fábrica de Harinas "Nuestra Señora de la Paz", conocida también como Centro Industrial de Nuestra Señora de la Paz, fue una instalación industrial dedicada a la producción de harinas situada detrás de la estación de Córdoba, en los locales que anteriormente ocupó la fábrica de San Rafael. Fue inaugurada el 24 de febrero de 1890 por el industrial Manuel Olalla de la Torre.[1]
Historia y actividad
La fábrica inició su andadura a finales del siglo XIX, destacando pronto en el sector harinero de la ciudad.
Primeros años y comunicado del fundador
Poco después de su apertura, el 26 de febrero de 1890, se anunciaba la venta de segadoras de ocasión en la fábrica, ubicada entonces en el "callejón de los toros".[2]
El 30 de marzo de 1890, Manuel Olalla de la Torre emitió un comunicado a través del Diario de Córdoba para agradecer las felicitaciones recibidas por la apertura de la fábrica y aclarar ciertos aspectos sobre la calidad y los precios de sus productos, respondiendo a algunas alusiones que consideraba inexactas.
TRANSCRIPCIÓN
- COMUNICADO
- Al entrar en la palestra por públicas y reiteradas excitaciones de mis buenos amigos, contrayéndome á la fabricación de harinas por el sistema austro-húngaro, no sospeché que mi humilde cooperación al engrandecimiento industrial de nuestra querida Córdoba produjese al público tantas y tan señaladas muestras de satisfacción como las que por todas partes estoy recibiendo; gracias, muchas gracias á todos por ello.
- Ahora bien; en la imposibilidad de contestar particularmente las muchas consultas y aclaraciones que á diario se me dirigen, séame permitido, valido de la notoria benevolencia del Director de este periódico, utilizar sus columnas para dar una explicación sucinta, y si necesario fuere, extensa sobre lo que pueda interesar á todos.
- Con harto sentimiento he visto circular ciertas especies y alusiones que me considero en el deber de salir al paso.
- Dícese por algunos, no sé con qué intención, que en mi fábrica de harinas «Nuestra Señora de la Paz» elaboro cuatro clases; lo que es completamente inexacto: fabrico dos clases: «flor y primera», de la calidad que todos conocen; pero es el caso, que como desgraciadamente aún no está vulgarizado el uso de la primera en la panificación, se hace preciso para satisfacer las exigencias de algunos panaderos mezclar la harina flor con una parte de primera, y de aquí resulta la tercera.
- Referente á precios, ni por sombra admito las reticencias que en este particular se me hacen, y me afirmo y sostengo en que la harina flor que elaboro es más barata que la que se fabrica en este país por el sistema antiguo, y paso á demostrarlo: sabido es que de una fanega de trigo que pese 42 kilos solo se sacan de flor por el sistema antiguo 22 kilos, ó sean 2 arrobas; y yo de los mismos 42 kilos saco 32, ó sean 2 arrobas y 20 libras, que á 26 reales arroba, que es como vendo la mía, resulta una economía á favor del consumidor de más de 15 reales por fanega de trigo, sin contar con esto el aumento de calidad y fuerza en el pan.
- Y téngase presente que para obtener estos resultados he tenido que acudir á los últimos perfeccionamientos que en el extranjero se conocen, introduciendo en mi fábrica el nuevo sistema de cernido por medio de las célebres máquinas «Plansichters», que tan renombrada tienen á la casa Mignon y Rouart, de París, y que son construidas por la no menos acreditada de Schindler Escher, de Zurich, las que me producen una economía de fuerza motriz de más de la mitad sobre todos los sistemas hasta hoy conocidos en la provincia.
- En cuanto á que mi harina no es á propósito para la clase de pan que el público acostumbra, lo niego redondamente; pues es un hecho reconocido por todo buen práctico que la harina de cilindros es inmejorable para toda clase de pan y sobre todo para el candeal, si el panadero sabe manejarla.
- Y para terminar por hoy, pues no quiero cansar más la atención pública, diré que mi contrato con la Excelentísima Corporación Municipal, á la que sirvo el pan para los establecimientos de Beneficencia, es una prueba inequívoca de lo que dejo consignado. Este contrato lo estoy sirviendo con la mayor exactitud y con harinas de las clases que elaboro en mi fábrica y que el público puede inspeccionar.
- Córdoba 28 de Marzo de 1890.—MANUEL OLALLA.[3]
Comercialización de productos
En 1893, el Centro Industrial de Nuestra Señora de la Paz, ya representado por don José García Corvera, expendía al por mayor y menor en su depósito de la calle Alfaros número 1 una variedad de productos. Entre ellos se encontraban harinas (recia de primera a 20 reales y medio la arroba, de segunda a 18, y de tercera a 14; candeal de primera a 22 reales la arroba, de segunda a 19, y de tercera a 15), sémolas (de primera a 30 reales la arroba, de segunda a 28), pasaduras finas a 12 reales la fanega, salvados a 2 pesetas la fanega, y fideos (de primera a 27 reales la arroba, de segunda a 24). Los pedidos se servían a domicilio.[4]
Problemas de salubridad en el entorno
En abril de 1897, se denunció públicamente la existencia de un foco insalubre en las proximidades de la fábrica. Se informó que, tras la eliminación de depósitos de inmundicias en el Campo de la Verdad, se había establecido un nuevo vertedero y un contingente de cerdos a escasos metros de la estación de ferrocarril, del barrio de las Margaritas y del propio Centro Industrial de Nuestra Señora de la Paz, en el paraje conocido como el "Callejón de los Toros". Esta situación generaba aromas antihigiénicos que ponían en peligro la salud de los habitantes y se percibían desde la estación y la carretera de Trassierra.[5]
Venta y traslado de maquinaria
Para 1908, José García Corvera, entonces dueño de la fábrica de harinas Nuestra Señora de la Paz, ubicada en la calle de la Estación, anunció la venta de la instalación y, consecuentemente, de toda su maquinaria. Entre los equipos ofertados se incluían un motor de gas pobre de 50 caballos, gasógeno, transmisión general, 24 pares de cilindros de porcelana sistema Daverio, plansichters, máquinas de limpiar trigo y cerner harinas, elevadores y tornillos sin fin, entre otros.[6]
Posteriormente, en noviembre de 1910, se registró una solicitud de seguro de transporte terrestre por parte de José García Corvera para trasladar la antigua maquinaria de la fábrica de harinas Nuestra Señora de la Paz desde Córdoba capital hasta unos molinos de su propiedad en Villarrubia.[7] Este hecho marcó el cese definitivo de la actividad de la fábrica en su emplazamiento original.
Referencias
- ↑ Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos, Año XLI Número 12278, 26 de febrero de 1890, p. 2. Hemeroteca Municipal de Córdoba. Consultado el 24 de mayo de 2024.
- ↑ Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos, Año XLI Número 12278, 26 de febrero de 1890, p. 3. Hemeroteca Municipal de Córdoba. Consultado el 24 de mayo de 2024.
- ↑ Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos, Año XLI Número 12308, 30 de marzo de 1890, p. 2. Hemeroteca Municipal de Córdoba. Consultado el 24 de mayo de 2024.
- ↑ Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos, Año XLIV Número 12439, 1 de agosto de 1893, p. 4. Hemeroteca Municipal de Córdoba. Consultado el 24 de mayo de 2024.
- ↑ Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos, Año XLVIII Número 13714, 7 de abril de 1897, p. 2. Hemeroteca Municipal de Córdoba. Consultado el 24 de mayo de 2024.
- ↑ Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos, Año LIX Número 17637, 30 de mayo de 1908, p. 3. Hemeroteca Municipal de Córdoba. Consultado el 24 de mayo de 2024.
- ↑ Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos, Año LXI Número 18541, 29 de noviembre de 1910, p. 2. Hemeroteca Municipal de Córdoba. Consultado el 24 de mayo de 2024.