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La Plaza de Toros (Notas cordobesas)

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Plaza de Toros de Córdoba (Notas Históricas según Ricardo de Montis)

Como Córdoba siempre ha sido cuna de famosos toreros, juzgamos oportuno dedicar unas notas á su Plaza de toros, que inspira profundo respeto á todos los lidiadores acaso por la poca frecuencia con que trabajan en ella: quizá porque les evoca el recuerdo de las grandes figuras del arte de Montes.

Las primeras corridas de toros celebradas en esta ciudad se efectuaron, como todo el mundo sabe, en la Plaza de la Corredera, y en el año 1749 y en los siguientes verificáronse también algunas en la Plaza de la Magdalena.

El primer circo levantado de exprofeso para tales fiestas, durante el último tercio del siglo XVI, lo construyó un aristócrata, don Diego de los Ríos, en el Campo Santo de los Mártires, contrariando los sentimientos católicos del vecindario, al que desagradaba que se dedicase á los espectáculos taurinos el lugar donde fueron enterrados muchos paladines de la Religión, muertos por defenderla.

Pero aquel circo no se utilizó, porque antes de ser inaugurado un toro mató de una terrible cornada á don Diego de los Ríos, conocido por Don Diegazo á causa de su gran corpulencia.

En el año 1759 se construyó una plaza de madera en el Campo de la Merced, para celebrar corridas con motivo de la proclamación del Rey Carlos III.

En 1789 se levantó otra plaza análoga en el mismo lugar, y en 1815 formóse, por tercera vez, un circo en iguales condiciones que los anteriores, el cual duró hasta el 1831.

El proyecto de construir la actual plaza de toros (Plaza de toros de los Tejares) debióse á don Joaquín Manté, dueño de un establecimiento tipográfico, quien constituyó una sociedad de accionistas para realizar la idea.

Reunidos los fondos necesarios, la empresa adquirió el terreno que pertenecía á la huerta llamada de Perea, de la que era propietario don José Severo García, é inmediatamente empezó la obra, en el año 1844, con arreglo al plano trazado por el arquitecto don Manuel García del Álamo.

La plaza ocupaba una extensión de 40.115 piés cuadrados y cabían en ella 8.287 espectadores. Hoy caben 10.244.

Inauguróse la víspera de la Feria de Nuestra Señora de la Salud del año 1846 con una corrida en la que actuaron de matadores los diestros conocidos por el Barbero y Cúchares.

No estaba aún terminada la obra, que se concluyó pocos meses después, resultando uno de los circos más bonitos de España. El 8 de septiembre de 1846 se verificó la segunda corrida, en la que trabajó Montes.

En la noche del 15 de agosto de 1863 un incendio destruyó toda la parte de madera de la plaza, que era la correspondiente á la grada cubierta y los palcos.

El fuego debió ser originado por una punta de cigarro ó un fósforo que algún espectador arrojara sobre las tablas durante la corrida de novillos verificada en la tarde anterior.

En 1868 fué reconstruida por la Sociedad propietaria, bajo la dirección del arquitecto don Amadeo Rodríguez, sustituyéndose casi toda la madera por hierro y obra de fábrica, á fin de evitar siniestros como el indicado.

En la primera corrida celebrada después de la reconstrucción figuraron como matadores Bocanegra y Lagartijo, y ambos hicieron una suerte que no ha sido ejecutada más que aquella vez.

Sentáronse los dos en una silla tendida y, simultáneamente, clavó cada uno un par de banderillas, obteniendo una delirante ovación.

Con el objeto de aumentar la cabida de los tendidos, al reedificarse la plaza se suprimieron los huecos de entrada en las galerías, construyéndose, para subir, escalerillas que partían de la contrabarrera.

Esta modificación originó la muerte de una mujer, cogida por un toro que saltó la barrera al mismo tiempo que la pobre víctima iba por el callejón para salir á la calle, hecho ocurrido en una de las corridas de Feria de Nuestra Señora de la Salud, en el año 1874.

Como consecuencia de tal desgracia volvieron á abrirse los claros de salida á las galerías.

Después se han reformado los palcos, dándoles mayor solidez y decorándolos con gusto.

Al realizarse esta mejora ocurriósele á uno de los encargados de efectuarla pintar un toro en la puerta del chiquero, mas un diestro famoso aconsejó al artista que lo borrara, fundándose en que las reses, al verlo, se iban á ir á la querencia.

Las razones del diestro tuviéronse en cuenta, y el toro desapareció bajo una capa de pintura roja.

Hitos Taurinos

A pesar de que en nuestra plaza se celebran muy pocas corridas, generalmente sólo las de ambas ferias (Feria de Nuestra Señora de la Salud y Feria de la Fuensanta), por ella han desfilado todos los toreros de renombre y ella ha servido de escuela á esos colosos del arte de Cúchares que se llamaron Lagartijo y Guerrita.

A presenciar las famosas corridas de Pascua de Pentecostés, en que alternaban los más renombrados matadores, venían numerosísimos aficionados, no sólo de toda la región andaluza, sino de poblaciones muy distantes.

Y la noble competencia de Lagartijo y Frascuelo, los dos espadas que durante algunos años actuaron en dichas fiestas, entusiasmaba á los espectadores, porque veían unidos el arte y el valor en grado sumo.

Si escasas eran y son las corridas de toros en nuestro circo, en cambio abundaban las buenas novilladas, en las que se adiestraron no sólo el gran Guerrita sino otros toreros tan estimables como Conejito, Bebe, Torerito y Manene.

Eventos Singulares

En nuestro circo sólo se ha celebrado una corrida con plaza partida: en ella actuaron de matadores Bocanegra, Hito, Marinero y Melo.

Ha habido dos espectáculos taurinos nocturnos, dos novilladas, en una de las cuales trabajó la cuadrilla de Señoritas toreras formada por Armengol, actuando en la otra Valenciano y Gallito.

Unicamente han tomado la alternativa dos matadores: Rerre y Manuel Dionisio Fernández.

Dos han sido también los lidiadores muertos á consecuencia de accidentes que sufrieron en esta plaza:

El banderillero cordobés Manene, herido en una pierna, de una cornada.

El picador sevillano Cabeza de Dios, que falleció en el Hospital pocas horas después de haber recibido un golpe terrible en el pecho con la montura del caballo.

Los diestros lesionados más gravemente, exceptuando los dos antedichos, fueron los matadores de novillos Malagueño y Moreno de Alcalá y el picador Brazofuerte.

La corrida más emocionante de todas las que registran los anales taurinos cordobeses resultó la celebrada el 26 de diciembre de 1888, en la que murió Manene.

Lidiáronse novillos de la ganadería de Rafael Molina Sánchez (Lagartijo), los cuales sembraron tal pánico entre los toreros que Guerrita, quien asistía como espectador, tuvo que arrojarse al ruedo para auxiliar á las cuadrillas.

Y el pánico no era infundado, pues además de Manene sufrieron cogida Torerito y Melo y el propio Guerrita recibió un varetazo.

En otra corrida verificada hace algunos años con toros de Urcola, estos cogieron al matador de novillos Alvaradito y al banderillero Cerrajillas y originaron lesiones graves á los picadores Formalito y Brazofuerte.

También merece consignarse el suceso ocurrido en una corrida de feria, en la que una res saltó la barrera, rompió el cerrojo de la puerta del patio de caballos y penetró en esta dependencia, donde se hallaban varios picadores, matarifes y otras personas.

Uno de los matadores, Rafael Molina Martínez (Lagartijo), acudió con gran oportunidad y pudo sacar á la fiera antes de que ocasionara desgracias.


También se han registrado en nuestra plaza otros accidentes desagradables de diversa índole.

Al presentarse la cuadrilla de niños sevillanos de Algabeñito y Gallito el público, indignado porque poco tiempo antes habia sido objeto en Sevilla de manifestaciones poco cultas otra cuadrilla análoga de jóvenes cordobeses á cuyo frente figuraban Lagartijo y Machaquito, tributó una silba descomunal á aquellos diestros y un espectador cometió un acto de verdadero salvajismo; el de arrojar una piedra á Algabeñito, hiriéndole en la cara.

Tal hecho produjo indignación general y los silbidos convirtiéronse en grandes ovaciones á los niños sevillanos.

Una corrida de novillos celebrada el día de Santiago estuvo á punto de originar sucesos gravísimos en nuestra población.

La fiesta resultó desastrosa, tanto por la mansedumbre del ganado como por la ignorancia de los toreros, y muchos espectadores, cuando se cansaron de gritar y silbar, empezaron á romper la barrera, á arrojar los bancos y sillas al ruedo, incendiándolos después, y, en una palabra, á destrozar el circo.

La guardia civil tuvo que dar cargas para despejar la plaza y sus inmediaciones, sin que, afortunadamente, sucedieran desgracias personales.

Pocos años después, en otra novillada que también se efectuó el día de Santiago, en la que figuraban como matadores dos negros, por análoga causa, se repitieron los desmanes anotados, si bien el destrozo fué menor, pero en cambio hubo una víctima; un niño de corta edad á quien se le cayó sobre la cabeza una banca, produciéndole tan grave herida, que los médicos desconfiaban de poder salvarle.

Además de las corridas de toros y novillos á que se puede aplicar el calificativo de formales, algunas de las primeras celebradas con motivo de las visitas hechas á nuestra población por los Reyes, ha habido infinitas mojigangas en las que ya se han presentado indios apócrifos y rejoneadores, ya matadoras, una de las cuales, la Regatera, pasó del ruedo á la cárcel, ya tipos populares y cómicos como Fifla, un italiano vendedor ambulante de agua quien vistieron con el traje de los toreros antiguos y el público arrancó la coleta, ó como el Bolo, aquel diestro de las famosas largas que salía triunfalmente del circo, cuando trabajaba, encerrado en el carro de la carne para no ser víctima de las iras del populacho.

Así mismo se han verificado innumerables fiestas de toretes y cintas, corriéndose estas á caballo ó en bicicleta; novilladas organizadas por diversos gremios, algunas como las de los piconeros graciosísimas; encerronas en las que muchos aficionados ensayaron sus aptitudes para el arte taurómaco y, finalmente, la anual becerrada del Club Guerrita, que constituye uno de los números más pintorescos y agradables del programa de la Feria de Mayo.

Con los espectáculos taurinos han alternado otros muy diversos como títeres, exhibiciones de fieras y elevación de globos. Uno bastante original fué la carrera en competencia con un caballo efectuada por el celebre andarín aragonés Vargosi.

Igualmente se ha utilizado la plaza para certámenes musicales, conciertos de bandas, orfeones y estudiantinas, ejercicios de batallones infantiles y hasta bailes.

Obreros y políticos se han reunido en ella más de una vez con el objeto de celebrar actos de propaganda, convirtiendo el ruedo ó los tendidos en tribuna.

Finalmente, hace dos años (Nota: refiriéndose a la época en que Montis escribió, principios del s.XX), una de las tardes de Feria de Nuestra Señora de la Salud, se efectuó en la Plaza un reparto de juguetes, dispuesto por el Municipio, entre los niños y niñas de las escuelas públicas.

Y aquella tarde se derrochó allí más alegría que en todas las fiestas de toros celebradas desde que el Barbero y Cúchares inauguraron el circo de los Tejares.

Referencias

  • Montis Romero, Ricardo de. Notas Cordobesas (Recuerdos del pasado). (Presumiblemente, la fuente original de este texto)