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Archivo:ColinaQuemados AAA1992 Fig1.png
Localización del yacimiento de Colina de los Quemados (1) y Fontanar de Cabanos (2) al SW del casco histórico de Córdoba. Imagen de Murillo Redondo (1996).[1]
Archivo:ColinaQuemados AAA1992 Corte1 PerfilE.png
Perfil Este del Corte 1 de la excavación de 1992, mostrando la profunda secuencia estratigráfica. Imagen de Murillo Redondo (1996).[1]

Colina de los Quemados es el nombre tradicionalmente utilizado en la bibliografía arqueológica para designar al extenso yacimiento considerado el principal núcleo de la Córdoba prerromana.[2] Se localiza en la zona occidental de la ciudad actual, sobre una elevación amesatada que domina el curso del río Guadalquivir, ocupando gran parte del actual Parque Cruz Conde y áreas adyacentes como Fontanar de Cabanos.[1][3]

El yacimiento es fundamental para comprender los orígenes de Córdoba, ya que presenta una larga secuencia de ocupación que abarca desde el Calcolítico (hacia el 2500 a. C.) hasta los primeros momentos de la presencia romana (siglo I d.C.).[3][1] Las diversas excavaciones arqueológicas realizadas en él han proporcionado una detallada estratigrafía, pionera en su momento para el estudio de la Protohistoria en Andalucía Occidental.[2]

Historia de las Investigaciones

El interés arqueológico por la zona surgió a raíz de hallazgos casuales, como los producidos durante las remociones de tierra para la construcción del Puente de San Rafael en la década de 1950, y por el deseo de ampliar el conocimiento obtenido en las excavaciones de Ategua.[2]

Las primeras intervenciones significativas tuvieron lugar en la década de 1960, impulsadas por el Ayuntamiento de Córdoba y con la participación de arqueólogos como Rafael Castejón y Martínez de Arizala.[3] Una excavación de urgencia fue dirigida por Juan Bernier y Javier Fortea.[2][1] La campaña clave se desarrolló en 1966, centrada en un corte estratigráfico en la ladera sur, bajo la dirección técnica de José María Luzón y Diego Ruiz Mata, con la colaboración de Castejón y Martínez de Arizala. Los resultados, publicados en 1973 en la monografía Las raíces de Córdoba. Estratigrafía de la Colina de los Quemados,[2] establecieron la secuencia fundamental del yacimiento y supusieron un hito en la arqueología cordobesa y andaluza.

En 1992, se realizó una nueva Intervención Arqueológica de Urgencia (I.A.U.) en el sector del Teatro de la Axerquía, dirigida por Juan F. Murillo Redondo, previa a la remodelación de dichas instalaciones.[1][4] Esta excavación, especialmente el Corte 1 con casi 8 metros de potencia estratigráfica, permitió confirmar, matizar y enriquecer la secuencia establecida en 1966, aportando nuevos datos sobre las distintas fases culturales, especialmente el Periodo Orientalizante y la época turdetana.

Posteriormente, el yacimiento ha seguido siendo objeto de estudio y ha proporcionado hallazgos puntuales, como el hueso de la mano de un elefante descubierto en 2019 y dado a conocer en 2023, cuya datación (finales siglo III - mediados siglo I a.C.) ha suscitado hipótesis sobre su posible relación con los ejércitos cartagineses o romanos.[3]

Estratigrafía y Fases Culturales

Las excavaciones han revelado una compleja superposición de niveles de ocupación (hasta 18 estratos principales en el corte de 1966),[2] que se pueden agrupar en las siguientes grandes fases culturales:[1][4]

  • Fase I (Calcolítico): Corresponde a la primera ocupación constatada (c. 2500 a. C.). Aunque los restos son limitados y a veces en posición secundaria, se han identificado cerámicas de este periodo, incluyendo platos de borde engrosado, que confirman la presencia humana en la Prehistoria reciente.[1]
  • Fase II (Bronce Pleno): Datada hacia la mitad del II milenio a.C. Se caracteriza por una cultura autóctona con cerámicas hechas a mano (vasos esféricos, cuencos semiesféricos, vasos carenados), de pastas poco depuradas pero superficies alisadas. Corresponde al nivel 18 de la excavación de 1966.[2]
  • Fase III (Bronce Final Precolonial): Situada entre finales del II milenio y los siglos X-IX a.C.. Se caracteriza por la aparición de cerámicas bruñidas y las típicas producciones del Bronce Final del Suroeste (cazuelas carenadas bruñidas -Tipo B1-, vasos bicónicos -Tipo B2-, grandes recipientes de almacenamiento -Tipo B3-).[4] Empieza a definirse un núcleo de población más estable en la zona elevada, con estructuras de habitación tanto curvas como rectangulares. Destaca la decoración cerámica con incrustaciones de botones metálicos.[2][1]
  • Fase IV (Orientalizante): Abarca desde finales del siglo VIII hasta el Siglo VI a. C.. Este periodo está marcado por la llegada de influencias fenicias y mediterráneas. Aparecen las primeras cerámicas hechas a torno (cerámica gris, cerámicas pintadas monócromas y bícromas como las urnas "Cruz del Negro" -Tipo P7- o las de tipo P8, ánforas), que conviven y paulatinamente van sustituyendo a las producciones a mano indígenas, las cuales también evolucionan (desarrollo de decoraciones incisas, impresas y plásticas en los vasos tipo B3).[4] Se constata una intensa actividad constructiva (muros de zócalo de piedra y alzado de adobe o tapial), indicando la consolidación del asentamiento protourbano.[1]
  • Fases V-VII (Turdetano / Ibérico Pleno): Datadas entre los siglos V y III-II a.C.. Corresponde al pleno desarrollo de la Cultura Turdetana. Se documenta la importación de cerámica griega (cerámica ática de figuras rojas y de barniz negro), que permite datar con precisión estos niveles (Fase VI: últimas décadas s. V - primeras s. IV a.C.). La cerámica local pintada evoluciona (predominio de semicírculos concéntricos sobre bandas). La calidad general de las producciones cerámicas tiende a ser más grosera que en fases precedentes.[2][1]
  • Fase VIII (Romano Republicano Tardío): Datada en el Siglo II a. C., posiblemente alcanzando el Siglo I a. C.. Las excavaciones de 1992 demostraron la pervivencia del asentamiento indígena tras la llegada de Roma, documentando niveles con cerámica campaniense A y B, que se superponen a los niveles turdetanos más recientes. Esto contradice la idea de un abandono inmediato del poblado tras la fundación de la colonia romana.[1]
  • Abandono y fases posteriores: El asentamiento prerromano fue abandonado progresivamente durante el siglo I d.C.[3] Los niveles superiores del yacimiento muestran restos de época islámica (pozos negros, estructuras del arrabal occidental califal) y contemporánea (rellenos y estructuras relacionadas con la construcción del Teatro de la Axerquía y la urbanización del Parque Cruz Conde en el siglo XX).[1]

Características e Interpretación

La Colina de los Quemados representa el principal núcleo de población prerromano conocido en el solar de Córdoba. Su estratégica ubicación elevada junto a un vado del Guadalquivir le confirió un papel relevante desde la Prehistoria.

El tamaño del yacimiento (más de 50 Ha en su núcleo central, y vestigios dispersos en un área superior a 110 Ha incluyendo Fontanar de Cabanos) sugiere un asentamiento de gran importancia regional.[1] Sin embargo, más que una ciudad densamente ocupada de forma continuada, J. F. Murillo ha planteado la hipótesis de un poblamiento nuclear o semidisperso, articulado en pequeñas agrupaciones de estructuras (cabañas circulares en las fases más antiguas, evolucionando a estructuras angulares por influencia colonial) separadas por espacios abiertos o dedicados a la explotación agrícola, similar al paisaje de huertas que existía en la zona hasta la urbanización reciente.[1] La zona más elevada, donde se realizaron las excavaciones de 1966 y 1992, parece configurarse como el núcleo central capaz de proporcionar determinados servicios a estas agrupaciones.[1]

La cultura material recuperada muestra la evolución de una sociedad indígena, desde el Calcolítico y la Edad del Bronce, que recibe y asimila influencias externas (fenicias, griegas) durante el Periodo Orientalizante, cristalizando en la Cultura Turdetana característica del Valle del Guadalquivir, hasta su integración final en el mundo romano.

Significado

El estudio de la Colina de los Quemados ha sido crucial para:

  • Establecer científicamente los orígenes prerromanos de Córdoba.
  • Definir una secuencia estratigráfica y cultural detallada para la Protohistoria del Valle del Guadalquivir Medio.
  • Comprender el proceso de interacción entre las poblaciones indígenas y los colonizadores mediterráneos.
  • Documentar la transición entre el mundo indígena turdetano y la implantación romana en la zona.
  • Aportar información sobre urbanismo, cultura material (cerámica, metalurgia) y modos de vida de las sociedades que habitaron Córdoba antes de la fundación romana.

Hallazgos Notables

Referencias

  1. 1,00 1,01 1,02 1,03 1,04 1,05 1,06 1,07 1,08 1,09 1,10 1,11 1,12 1,13 1,14 1,15 MURILLO REDONDO, J. F. (1996): "Nuevos trabajos arqueológicos en Colina de los Quemados: El Sector del Teatro de la Axerquía (Parque Cruz Conde, Córdoba)". Anuario Arqueológico de Andalucía / 1992. Vol III, pp. 188-199.
  2. 2,0 2,1 2,2 2,3 2,4 2,5 2,6 2,7 2,8 LUZÓN, J. M. y RUIZ MATA, D. (1973): Las raíces de Córdoba. Estratigrafía de la Colina de los Quemados. C. S. I. C., Patronato José María Quadrado. Córdoba.
  3. 3,0 3,1 3,2 3,3 3,4 3,5 Artículo en ABC Córdoba (20/09/2023): Así es la Colina de los Quemados, el lugar donde ha aparecido el hueso de elefante en Córdoba.
  4. 4,0 4,1 4,2 4,3 LEÓN PASTOR, E. (2002-2003): "La secuencia cultural de la Corduba prerromana a través de sus complejos cerámicos: Las Fases III y IV del Corte 1 de la I.A.U. practicada en el Teatro de la Axerquía (1992)". Anales de Arqueología Cordobesa 13-14, pp. 29-66.